Hoy es un día de alegría para los cubanos, razones
tenemos para eso, no vivimos en una sociedad perfecta, pero muchas de las metas
y sueños de generaciones de cubanos son ya una realidad, otras aspiraciones están
por lograr, habrá que conquistarla, al
decir del trovador, …”arando el porvenir con viejos bueyes…”.
En tierra de Namibia, donde vivimos y trabajamos, no
puede ser diferente a cualquier rincón
de nuestro país, tal vez se extraña los desfiles con pancartas, los bloques de
colores, las voces coreando consignas, toda la familia unida en la marcha…pero
igual de emotivo es nuestro pequeño acto, celebrado en una de las
casas de los colegas de la médica, en la capital del país, Windhoek.
Tenía idea de publicar, tal vez, como mínimo una
docena de fotos con los momentos vividos, ahora auxiliado con una cámara de “verdad”,
para ilustrar a los lectores, como es la vida de un pequeño colectivo de cubanos
que trabajan en esta tierra, pero con el espíritu y la mente en nuestra patria,
la de José Martí y de Simón Bolívar, que es decir, “Nuestra América”.
Sin embargo al
despertar, volví a leer, no me atrevería a decir con indignación, demasiadas
cosas, que irritan, ocurren todos los días en este mundo al revés en que vivimos, para asombrarnos,
por demás, de un hecho esperado donde los victimarios y no las víctimas, se arrogan el derecho de ser los censores del
mundo.
Que me hace recordar a un filósofo de la antigüedad, Platón,
que
escribió sobre, “la mentira útil” y razonar
sobre el papel que ha jugado, en el lenguaje de la política, a través de la historia.
Por qué asombrarse, si el bloqueo contra Cuba ha sido condenado
por la comunidad mundial, en la Organización de las Naciones Unidas, por abrumadora
mayoría en casi ya dos docenas de veces y siempre está la mentira para justificar su
disenso en este asunto.
Uno de ellas es atribuir a Cuba el papel de patrocinador
del terrorismo, que justifique, lo injustificable; haber causado un daño material
y moral a la familia cubana por más de 50 años de duro batallar.
Recuerdo, que le contaba a una amiga, la cual me reprochaba
no haberme despedido y no saber de mí en muchos días, en que realizaba un viaje
de trabajo a Cuba, que por encima de las carencias padecidas, que es lo que más
se conocen, son invaluables los perjuicios espirituales, que de alguna manera, ha
influido en nuestro comportamiento.
Vivir en una nación asediada, con pocos momentos de
calma y muchos días de tormenta, tiene su costo y nuestro pueblo lo ha estado
pagando y lo seguirá pagando el tiempo que sea necesario, José Martí decía, “… La
libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o
decidirse a comprarla por su precio..." y ese es el alto monto que asume nuestra gente.
Hace ya casi un años me refería al tema, en un artículo publicado en nuestro Blog, que parece escrito para esta ocasión y no, por dejar de asombrarnos de lo está siendo ya absurdamente cotidiano, dejaremos de trasmitir nuestras sentir,
con la esperanza de que algún confundido, de buena fe, escuche lo que tiene que
decir un cubano de la calle, que habla
en su nombre y de los suyos, familiares, amigos, colegas de trabajo...con los que mantengo convergencia de pensamiento.
“El terrorismo cubano que conocemos”
Mientras leía un bien argumentado
artículo de denuncia del Blog “Patria”, de los cubanos residentes en
Namibia, sobre la permanencia de Cuba en la “Lista de
Estado Patrocinadores del Terrorismo”, que cada años
emite el Departamento de Estado norteamericano, recordaba una frase
de Malcom X que expresa, “si no estás prevenido contra los Medios de
Comunicación, te harán amar al opresor y odiar al oprimido”
Pero los pueblos tienen un instinto
muy especial en la búsqueda de la verdad, pueden leer, las entre líneas
de las noticias de los principales medios informativos, esclarecer
ideas en un debate entre colegas, una búsqueda en Internet de
fuentes alternativas, el uso de las redes sociales o indagar con un cubano que,
por casualidad, vive en un barrio de la burguesía local de Windhoek,
compuesta en su mayoría por la población blanca, descendiente de los
antiguos colonizadores que poblaron al país.
Nuestra cultura latina, tan abierta al
intercambio, difiere esencialmente de la discreta costumbre local.
Así que grande sería mi asombro cuando observé, en la calle, la inusual charla,
de tres vecinos frente a mi hogar, que por añadidura, me
invitaron a unirme a su grupo.
Una de las señoras, familiar para mí
por su empeño, en otras ocasiones, de conocer la semejanza entre el idioma
portugués y el español y su incomprensión por la ausencia del equivalente,
“good evening” inglés, en nuestra lengua, que sólo dispone de nuestro versátil
“buenas noches” para saludo de llegada o despedida.
Me realizó la inevitable pregunta, que
les hacen a todos cubanos en el extranjero, ¿Qué pasa con Cuba? Me
quedé sin responder; el asunto a tratar, evidentemente, muy abierto.
Conozco la fascinación y las causas
que provocan el tema cubano entre detractores y amigos. Porque sin proponérselo
Cuba ocupa un papel muy importante en el mundo noticioso, más allá de su
importancia relativa.
La existencia de una Revolución a unas
pocas millas de los Estados Unidos y el desafío ideológico y militar
con que lo asume esa gran nación, dan fe las numerosas acciones
violentas acometidas a lo largo de estos años.
Mi vecina comprende mi
vacilación y es más directa en su pregunta... ¿Quiero conocer por qué los
cubanos apoyan a su gobierno?, ¿Cuál es la razón de los
cambios que se habla tanto en los medios y una curiosidad personal, ¿por qué
ustedes están aquí?
Yo les hablé de la gratuidad de los
servicios de salud, el deporte, la educación, incluyendo la educación superior
y como estos servicios se han extendido de forma solidaria a muchos países del
mundo, ya no constituye sólo un privilegio de las élites.
Argumenté como la nueva sociedad dotó
a los cubanos de los derechos sociales que le estaban negados y como Cuba
debió, y debe defenderse, del asedio contante en el plano económico, financiero
y de la seguridad del país a que se ve sometida cada día.
Muchas medidas se debieron
tomar para garantizar la supervivencia del país, algunas
respondían a determinadas coyunturas políticas ya superadas, que por diversas
razones quedaron inmovilizadas en el tiempo y ahora se emprende un proceso de
cambio, en toda la estructura de la sociedad cubana, materializada
bajo la idea expresada por nuestro Presidente, el compañero Raúl Castro, de
hacer los cambios “sin prisa; pero sin pausa”.
En alusión a llevar a cabo el proceso
con sentido de responsabilidad y sin improvisaciones para no errar,
que permitan dejar atrás errores o medidas que no se avienen a las condiciones
actuales.
Les hablé del creciente papel de Cuba
en el ámbito internacional, en su interés de apoyar programas sociales en
diversos continentes, de trabajar por la unidad Latinoamericana y en brindar su
contribución, a favor de la paz, en muchas causas de conflicto en el mundo,
como la que se realiza en La Habana, entre la guerrilla (FARC-EP) y el gobierno
de Colombia.
Le dialogué que en virtud de un
acuerdo entre nuestros Gobiernos, un grupo de profesionales de la salud, la
educación, el deporte, constructores, planificadores físicos… trabajan en su
país, en una cooperación entre pueblos hermanos donde la solidaridad, con
su carga de humanismo, es la base del Convenio.
Realmente no le dije todo lo que
pensaba, nada le expresé de la profunda impresión que me causó la señalética
con el nombre de Fidel en la esquina de una importante avenida local o el
nombre de una escuela que lleva el nombre del líder de la Revolución Cubana y que
los colaboradores cubanos apadrinamos de forma solidaria.
Algo totalmente inusual en nuestro
país, donde se comprende el valor relativo del papel de las personalidades en
la historia y es principio Martiano, expresado reiteradamente por Fidel, de que
“toda la gloria del mundo cabe en un Grano de maíz”.
Nada dije, que para el pueblo nativo,
conocedor de la discriminación racial y la pobreza extrema en el pasado, ese
hito, en una esquina de Windhoek, es su forma de homenajear a un pueblo, en que
Fidel es un digno representante, reconociendo el importante papel
jugado por Cuba en la liberación de muchos pueblos africanos y su
contribución al fin del Apartheid, al costo de enormes sacrificios en defensa
de las causas justa de este Continente.
Tampoco le expresé algunas de las
razones de la creciente simpatía que despierta en el mundo la Revolución Cubana
y la inexplicable inclusión y mantenimiento de nuestra Patria en la
“Lista de Estado Patrocinadores del Terrorismo”, que sólo lesiona la
credibilidad de quien sostiene tan endebles argumentos, que sólo
sirven de justificación a la política de bloqueo contra la Isla y están en
consonancia con intereses de la política doméstica del país norteño.
En todo caso sólo puedo brindar una mínima
parte de las sin razones que tiene Estados Unidos para etiquetar a
Cuba con tan desacertado calificativo; convencido que expreso el sentir de mis
compañeros de trabajo que forman parte de la familia de Constructores y
Planificadores Físicos que prestamos cooperación en la hermana República de
Namibia.
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