Por causa histórica, la región oriental de Cuba ha estado entre los territorios con un menor índice de desarrollo relativo a pesar de los indudables avances ocurridos en más de medio siglo en el país.
En compensación los rasgos que caracterizan a los cubanos parecen agudizarse en esta tierra, como la solidaridad y el patriotismo. No por gusto, las dos últimas contiendas bélicas, ocurridas en siglos diferentes, sucedieron en este escenario oriental.
Como suele ocurrir, el espacio físico parece ser fiel
reflejo de la vida espiritual de la gente, con sus metas y esperanzas.
A principio de la década del 2000, siendo directivo en
aquel entonces de un organismo especializado en el
ordenamiento físico del territorio y el espacio urbano, había sido citado para
un despacho con el recién nombrado secretario del Partido de la provincia
cubana de Granma.
La discreta oficina, ahora respira un nuevo aire, no
había lujo, pero se percibía un ambiente de trabajo que invitaba a la acción.
Pasé a un pequeño local, una espera de unos minutos y lo veo entrar, un breve saludo
y toca directamente el tema que lo ocupa en esos días y sin preámbulo empieza
hablar, me describe un territorio distinto al que conocía, yo trataba de seguir
su fértil imaginación, hablaba de lo mucho que había que hacer para mejorar la vida
de la gente. Entre otras propósitos
quería transformar la imagen funcional y visual de las ciudades y pueblos para
beneficio material y espiritual sus habitantes.
Cuando se aseguró que había entendido bien la idea
solicitó, a nuestra institución, asumir la
asesoría técnica de este proyecto, debía presentar a las autoridades locales
una guía urbanística que sirviera de pauta para evaluar semanalmente la imagen
urbana de pueblos y ciudades que permitiera identificar las deficiencias y facilitara
implementar las medidas correctivas para lograr el cambio deseado.
A la pregunta, ¿para
cuándo debe estar el documento terminado?, su inevitable contesta, tan cubana
por cierto, para ayer, fue su lacónica respuesta.
Así que repasé las notas de clases de la universidad,
leí algunos libros de autores clásicos que habían tratado sobre la imagen
urbana, consulte a colegas de trabajo y
unos pocos días después salió la guía urbanística que se aplicó de inmediato.
El esfuerzo de muchas personas permitió mejorar el
espacio edificado, venciendo una montaña de dificultades y haciendo posible lo
que parecía imposible. El resultado, la autoestima de los granmenses pareció
elevarse como nunca.
Era inevitable que me preguntara qué parte de nuestros problemas era posible superar
por nosotros mismos, a pesar de nuestras
limitaciones materiales, pero también mentales, más allá de las presiones externas
que no se pueden minimizar en su impacto y mucho menos ignorarla, como a veces pretenden
algunos.
Recuerdo su emotiva despedida cuando finalizó su
mandato por parte de la gente sencilla del pueblo en los encuentros fortuitos con
él en las calles y la aprehensión que dejaba su partida. Había sido designado
para dirigir la provincia de Santiago de Cuba donde radica la segunda ciudad,
con igual nombre, más importante del país.
El paso del huracán Sandy por Santiago, con su secuela
de daños, puso a prueba a los santiagueros y a sus principales dirigentes que
contaron con el apoyo de toda la nación y la solidaridad latinoamericana.
El trabajo admirable de reconstrucción y construcción
de nuevas viviendas y de reanimación de espacios públicos, centros culturales,
infraestructura vial, servicios sociales y muchos más, ha convertido a la urbe,
en una de las ciudades más hermosa del país.
Por eso no me extrañó leer en una enciclopedia de la red esta descripción,
¨…Su mandato ha sido objeto de constante admiración por quienes lo acompañan en
el ejercicio de dirección. Se caracteriza por utilizar métodos no
convencionales para la detección de errores y dificultades que frenan el
desarrollo de la provincia. El pueblo de Santiago de Cuba, siente gran admiración
por él pues se ha sabido ganar el respeto y cariño de los más humildes…¨
Sinceramente no podía discrepar de esa caracterización,
es reflejo de su trabajo y también de la labor de miles de personas anónimas.
Debo confesar que me hace sonreír la frase¨…se caracteriza por
utilizar métodos no convencionales…¨porque para podérselo explicar con
fidelidad a los lectores, para lo cual hoy no siento preparado, tendría primero
que diseccionar que es lo real y que forma parte ya de la leyenda en la siempre
viva imaginación popular.
Recuerdo que cuando estaba en Namibia prestando
colaboración técnica, desea hablar de este tema, tal vez con un poco más de
detalle. Me impresionaba la manera tan
rica, pintoresca y eficiente de su labor y su manera de relacionarse con las
masas y a su vez exigir el máximo a cada uno de los actores principales del
territorio, pero el auto bloqueo que está
presente sobre este tópico, rara vez tratado en los medios, me inhibía hacerlo.
Al repasar el texto, de lo que había empezado a redactar
en tierra africana y nunca terminé, encontré un título provisional, que me hace
sonreír y unas breves líneas donde
narraba esa característica suya de aparecer de improviso en los más disímiles
lugares y a cualquier horas del día o de la noche sin anunciarse previamente
para verificar los problemas latentes y
exigir su solución.
Igual desasosiego experimenté, durante muchas semanas,
antes de escribir sobre la profunda impresión que me causó una señalética con el nombre de Fidel en una esquina
de una importante avenida local en Windhoek, la capital de Namibia y mi deseo
de compartirla con los cubanos tan poco acostumbrado a esos homenajes en vida
de nuestros dirigentes.
En ese artículo, ¨Fidel¨, reiteraba, ¨…algo totalmente inusual en nuestro país, donde se
comprende el valor relativo del papel de las personalidades en la historia y es
principio Martiano… de que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz…”.
Yo tenía una buena razón para querer compartir estas
líneas, más allá de hablar de la historia de un hombre o los mérito de alguien
que ha trabajo para su pueblo, es la necesidad de trasmitir la idea que la revolución
cubana no depende de una persona, ni de un pequeño grupo de ellas.
Tengo la impresión que muchos ciudadanos en el extranjero, inclusos amigos de muchas
partes, asocian nuestra sociedad y su supervivencia con determinadas figuras
políticas y desconocen el valor de mucha gente que está en la base y no son
conocidas por los grandes medios, y de su sabiduría y consagración al trabajo está
ligado muchas veces el avance o
retroceso de sus territorios y con ello el bienestar de sus conciudadanos.
Una parte importante de ese desconocimiento de la
realidad cubana lo tienen los medios de comunicación internacional que anuncian
el apocalipsis cuando la vida establezca su pausa natural
en los hombres que han tenido una destacada vida pública en el proceso
revolucionario cubano.
Pienso en un
asesor extranjero de un proyecto de colaboración que me preguntaba con
insistencia, qué pasaría en nuestro país cuando nuestro líder histórico no
estuviera, recuerdo que le dije, no pasará nada, aparte de seguir su ejemplo,
ante la mirada incrédula del interlocutor.
Él desconocía, la fuerza de mis razones. Pensaba en la
masa de líderes destacados de nuestro país, en hombres como Lázaro y otros
tantos seres anónimos que forman parte del espíritu heroico del cubano a lo
largo de la historia.
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