Comentaba en el artículo
anterior, ¨Nueve Meses¨, referido a los
cambios climáticos ¨…sinceramente debo confesar que no hay que esperar una
centuria para padecer los cambios de la temperatura por venir. Las causas, es
curioso, están siendo favorecidas por nosotros mismos y para mi pesar, mi noble
profesión de Arquitecto, tiene deudas
pendientes por saldar en los temas medio ambientales…¨
Leo con avidez la
bibliografía especializada sobre estos asuntos, algunos de los tópicos abordados son asequibles con simplemente
consultar las enciclopedias como Wikipedia o EcuRed.
Corriendo el riesgo de
cansar a los lectores, pero consciente
de la necesidad divulgar la información técnica existente y que de alguna
manera necesita ser focalizada para pasar, de preocuparnos por los cambios
climáticos, a ocuparnos en acciones concretas en los disímiles campos del saber
humano.
Estableciendo puentes entre
temas diversos como, el medio
ambiente, el urbanismo con sus espacios edificados
y su vinculación con la arquitectura bioclimática y las regulaciones
urbanas, para comprobar que no están divorciadas más bien convergen en temas
comunes en que es necesario tener en cuenta so pena de preguntarnos si
estas normas para los lugares habitados están en sintonía
con los retos que nos pone la realidad del entorno y que tiene su expresión más
cabal en la vida de la gente, agobiada, por sólo poner un ejemplo, con el calor sofocante de estos meses convertido en
protagonista de las noticias y charlas diarias entre colegas y amigos.
En este contexto, sería
ilustrativo conocer, para entender los procesos, algunos conceptos y
antecedentes importantes.
El Urbanismo surge en
el siglo XIX para dar respuesta al desarrollo de las ciudades y enfrentar los problemas higiénicos-ambientales de los
espacios urbanos. Un siglo después se
estableció el Ordenamiento Territorial al comprender que el problema de las
ciudades trascendía sus límites y requería ser enfocado tomando en cuenta su
entorno regional.
Dentro de estas temáticas
la elaboración de las regulaciones, urbanas y territoriales, ocupan un papel
preponderante. Como cabe suponer, ante un suelo finito que es motivo de conflicto, es necesario regular el
uso y destino del suelo, en otras palabras lo que se puede hacer en el espacio
natural o construido a fin de que las acciones individuales no lesionen los
intereses colectivos. Por eso no es nada raro encontrar disposiciones
regulatorias desde la antigüedad, apreciada incluso en algunos pasajes bíblicos.
En Cuba en distintas épocas
se han establecido diversas disposiciones jurídicas- administrativas vinculadas
con el ordenamiento urbano a partir de la creación del sistema de asentamientos
constituido por las primeras siete villas.
Desde el punto de vista
cognoscitivo asombra la semejanza de muchas ciudades cubanas y
latinoamericanas, al reconocer en su centro fundacional la aplicación, por España, de las Leyes de
Indias a partir de 1523 que permitieron
lograr un adecuado trazado y construcción de los asentamientos en todas sus colonias de América.
Tal vez llame la atención
al lector cubano, que ve con recelo el exceso de trámite en las acciones
constructivas a ejecutar, saber que desde 1574
se estableció la obligatoriedad de la Licencia de Obra para la ejecución de las
mismas.
Ahora que los
temas ambientales es un tópico recurrente,
llama la atención que en fecha
tan temprana como 1859 se haya aprobado la primera norma
sobre la protección del medio ambiente en la colonia.
De suma importancia
jurídica-administrativa del ordenamiento urbano están las Ordenanzas de
Construcción para la Ciudad de la Habana y los Pueblos de su Término de 1861,
que luego se aplicaría en todo el país.
En 1960 se crea la
Planificación Física en Cuba, fundándose las bases para el desarrollo del
planeamiento regional y urbano de los territorios.
En este marco, uno de los
tópicos tratados con fuerza en los últimos años es el estudio y perfeccionamiento de las regulaciones, que tienen carácter
territorial, urbano y arquitectónico y está destinado a orientar las acciones
constructivas, buscando preservar los
principales valores: arquitectónicos, urbanísticos, paisajísticos, ambientales
y de la imagen de los lugares habitados.
Estas regulaciones se
conciben como un proceso continuo en que se actualizan en la misma medida que cambian las realidades
del entorno con las nuevas tecnologías y los cambios físico-ambientales.
En las últimas
décadas los problemas climáticos asumen el protagonismo, huracanes, fuertes
lluvias, inundaciones, prolongadas sequias, elevación de la temperatura…
obligando a perfeccionar los planes de
contingencia ante desastres y a la
actualización del cuerpo regulatorio con
una rapidez inusual, lo que exige un replanteo constante para poder enfrentar
estos retos.
Estas líneas
pretenden estimular la reflexión que se traduzca posteriormente en acciones
concretas, en nuestro caso las regulaciones urbanas en su acápite medio
ambiental y está destinada a orientar las acciones
constructivas que realizantanto el estado como los particulares, estos últimos, actores importantes del proceso de diseño y
ejecución de su propia vivienda, en no pocas ocasiones.
Pensando en estos temas
recordé que hace unos años, ante la
premura de resolver necesidades apremiantes del hábitat, se había aprobado una
cantidad apreciable de módulos de materiales para viviendas económicas que incluía
techos de cubierta ligera.
Las urbanistas principales
de las dos ciudades más importantes del territorio donde resido, expresaron su aprehensión por el impacto
visual que su ubicación puede tener en los espacios urbanos de ambos
asentamientos.
Podría ser comprensible su
punto de vista teniendo en cuenta los esquemas mentales que predominan sobre este
tema.
Aunque soy de la opinión
que varias interrogantes deben ser dilucidadas previamente, ¿debemos olvidarnos
de la cubierta ligera para la vivienda como una opción real ante su
vulnerabilidad en nuestro contexto?,
recordando que muchas de ellas ofrecen adecuadas condiciones bioclimáticas para
sus moradores.
¿Los eventos meteorológicos
de las últimas décadas con su secuela de
daños, atestiguan la valides de este razonamiento o habrá que poner en una
balanza el mal estado técnico de una
parte del fondo habitacional dañado y problemas de diseño en su concepción y construcción en este tipo de inmueble?
Sabemos que en la mayoría
de los casos se sustituye la vivienda tradicional por casa provista de losa de hormigón armado en la cubierta,
buscando mayor seguridad, calidad y duración que en no pocas ocasiones su
diseño y construcción revelan serias
deficiencias en su comportamiento bioclimático.
Algunos de los errores
cometidos están asociados al desconocimiento de parte de las entidades y la
población sobre estos temas.
El término diseño
bioclimático o arquitectura bioclimática es relativamente reciente. Se trata de
optimizar la relación hombre-clima mediante la forma arquitectónica.
La arquitectura
bioclimática consiste en el diseño de edificios teniendo en cuenta las
condiciones climáticas, aprovechando los recursos disponibles: sol, vegetación,
lluvia y vientos para disminuir los impactos ambientales.
El clima donde se va a
localizar el edificio se define por la temperatura, los niveles de humedad, la
velocidad y dirección de los vientos y el soleamiento del sitio. Entonces las
condiciones climáticas pueden constituir un inconveniente o una ventaja para un
adecuado rendimiento energético de la casa.
Leo en la red, ¨…Los altos
puntales son considerados como un recurso esencial para el diseño bioclimático
en climas como el de Cuba. Lo cual es válido cuando se trata de edificaciones de una sola
planta con cubiertas ligeras expuestas a la radiación solar, ya que el puntal
alto aleja de las personas la fuente emisora de calor radiante, por tanto, de la
sensación de calor percibido.
En cubiertas pesadas el
efecto de la elevación del puntal en la temperatura percibida por las personas
es despreciable, por lo cual esta decisión de diseño no se justifica desde el
punto de vista económico.
Mejores resultados podrían
obtenerse reduciendo la capacidad de luz absorbida por la superficie exterior
de la cubierta. Por ejemplo, con solamente pintarlas de blanco la sensación
térmica interior puede reducirse hasta en cinco grados...¨
En el diseño
de las nuevas urbanizaciones se tendrá en cuenta en su trazado la dirección de
los vientos predominantes para favorecer el régimen de brisas en los espacios
edificados que contribuya a disminuir la
radiación solar; así como una adecuada
orientación de las instalaciones con respecto a la luz solar en
dependencia de las actividades que se desarrollen. En el mismo sentido el
uso de colores claros en la edificación
permite disminuir la sensación térmica.
El empleo de la vegetación
reduce la radiación solar y el calor absorbido por las edificaciones y los
pavimentos, contrarrestan el efecto de isla de calor urbano que se caracteriza
por su dificultad para disipar el calor
durante las horas nocturnas, mejoran el
microclima térmico, purifican el aire y modifican los patrones de flujo del
viento.
Experiencia internacional
abunda, aún así no hay necesidad de
salir de Cuba para descubrir buenos ejemplos de funcionales viviendas diseñadas y construidas con
cubierta ligera y buenas condiciones bioclimáticas que han sorteado felizmente, por más de medio siglo, los
vaivenes meteorológicos y han proporcionado confort a sus moradores.
La vivienda provista de cubierta de hormigón armado puede mitigar
su deficiente comportamiento térmico, si
ese fuera el caso, aplicando algunos de los principios mencionados, logrando
adecuada satisfacción a las condiciones climáticas, cálida y húmeda, de nuestro
país.
Siento que hice mi tarea de
hoy, en ese esfuerzo por divulgar las maneras que se puede mejorar la relación del ser humano con la naturaleza
a través de la forma de las
edificaciones. Seguramente mis colegas de labor profundizarán en el tema y lo
traducirán en regulaciones específicas destinada a orientar las acciones
constructivas.
Por mi parte sólo espero
con ansia el descanso del fin de semana,
provisto de short, gorra, escoba, brocha y una tanqueta de pintura blanca. Cinco
grados menos de temperatura en el interior de mi vivienda es una oferta
demasiado tentadora para no probar, en estos días de calor agobiante.
Para el futuro cercano ya
estoy pensando en convertir mi casa verde, ante el desconcierto de la familia,
en la casa blanca, sin que ello implique cambiar de
casaca, por supuesto.
(Texto e imagen gráfica, José Alberto Zayas Pérez. Temas consultados,
Arquitectura bioclimática, Arquitecta. Doctora en Ciencias Dania González Couret. ISPJAE. Enciclopedias
Wikipedia y EcuRed)
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