viernes, 2 de octubre de 2015

La Casa Blanca



Comentaba en el artículo anterior, ¨Nueve Meses¨,  referido a los cambios climáticos ¨…sinceramente debo confesar que no hay que esperar una centuria para padecer los cambios de la temperatura por venir. Las causas, es curioso, están siendo favorecidas por nosotros mismos y para mi pesar, mi noble profesión  de Arquitecto, tiene deudas pendientes por saldar en los temas medio ambientales…¨
Leo con avidez la bibliografía especializada sobre estos asuntos, algunos  de los tópicos  abordados son asequibles con simplemente consultar  las enciclopedias como  Wikipedia o EcuRed. 
Corriendo el riesgo de cansar a los lectores, pero  consciente de la necesidad divulgar la información técnica existente y que de alguna manera necesita ser focalizada para pasar, de preocuparnos por los cambios climáticos, a ocuparnos en acciones concretas en los disímiles campos del saber humano.
Estableciendo  puentes entre  temas diversos  como, el medio ambiente, el urbanismo con sus  espacios edificados y su vinculación con   la  arquitectura bioclimática y las regulaciones urbanas, para comprobar que no están divorciadas más bien convergen en temas comunes en que es necesario tener en cuenta so pena de preguntarnos si estas  normas  para los lugares habitados están en sintonía con los retos que nos pone la realidad del entorno y que tiene su expresión más cabal en la vida de la gente, agobiada, por sólo poner un ejemplo, con el  calor sofocante de estos meses convertido en protagonista de las noticias y charlas diarias entre colegas y amigos.
En este contexto, sería ilustrativo conocer, para entender los procesos, algunos conceptos y antecedentes importantes.
El Urbanismo surge en el  siglo XIX para dar respuesta al  desarrollo de las ciudades y enfrentar   los problemas higiénicos-ambientales de los espacios urbanos. Un siglo después  se estableció el Ordenamiento Territorial al comprender que el problema de las ciudades trascendía sus límites y requería ser enfocado tomando en cuenta su entorno regional.
Dentro de estas temáticas la elaboración de las regulaciones, urbanas y territoriales, ocupan un papel preponderante. Como cabe suponer, ante un suelo finito que es  motivo de conflicto, es necesario regular el uso y destino del suelo, en otras palabras lo que se puede hacer en el espacio natural o construido a fin de que las acciones individuales no lesionen los intereses colectivos. Por eso no es nada raro encontrar disposiciones regulatorias desde  la antigüedad,  apreciada incluso  en algunos pasajes bíblicos.
En Cuba en distintas épocas se han establecido diversas disposiciones jurídicas- administrativas vinculadas con el ordenamiento urbano a partir de la creación del sistema de asentamientos constituido por las primeras siete villas.
Desde el punto de vista cognoscitivo asombra la semejanza de muchas ciudades cubanas y latinoamericanas, al reconocer en su centro fundacional  la aplicación, por España, de las Leyes de Indias a partir de 1523 que permitieron  lograr un adecuado trazado y construcción de los asentamientos en  todas sus colonias de América.
Tal vez llame la atención al lector cubano, que ve con recelo el exceso de trámite en las acciones constructivas a ejecutar, saber que desde 1574 se estableció la obligatoriedad de la Licencia de Obra para la ejecución de las mismas.
Ahora que los temas ambientales es un tópico recurrente,  llama la atención que  en fecha tan temprana como 1859 se haya aprobado la primera  norma sobre la protección del medio ambiente en la colonia.
De suma importancia jurídica-administrativa del ordenamiento urbano están las Ordenanzas de Construcción para la Ciudad de la Habana y los Pueblos de su Término de 1861, que luego se aplicaría en todo el país.
En 1960 se crea la Planificación Física en Cuba, fundándose las bases para el desarrollo del planeamiento regional y urbano de los territorios.
En este marco, uno de los tópicos tratados con fuerza en los últimos años es el estudio  y perfeccionamiento  de las regulaciones, que tienen carácter territorial, urbano y arquitectónico y está destinado a orientar las acciones constructivas,  buscando preservar los principales valores: arquitectónicos, urbanísticos, paisajísticos, ambientales y de la imagen de los lugares habitados.
Estas regulaciones se conciben como un proceso continuo en que se actualizan  en la misma medida que cambian las realidades del entorno con las nuevas tecnologías y los cambios físico-ambientales.  
En las últimas décadas los problemas climáticos asumen el protagonismo, huracanes, fuertes lluvias, inundaciones, prolongadas sequias, elevación de la temperatura… obligando  a perfeccionar los planes de contingencia ante desastres y  a la actualización del cuerpo  regulatorio con una rapidez inusual, lo que exige un replanteo constante para poder enfrentar estos retos.
Estas líneas pretenden estimular la reflexión que se traduzca posteriormente en acciones concretas, en nuestro caso las regulaciones urbanas en su acápite medio ambiental y está destinada a orientar   las acciones constructivas que realizantanto el estado como los particulares, estos últimos,  actores importantes del proceso de diseño y ejecución de su propia vivienda, en no pocas ocasiones.
Pensando en estos temas recordé  que hace unos años, ante la premura de resolver necesidades apremiantes del hábitat, se había aprobado una cantidad apreciable de módulos de materiales para viviendas económicas  que incluía  techos de cubierta ligera.
Las urbanistas principales de las dos ciudades más importantes del territorio donde resido,  expresaron su aprehensión por el impacto visual que su ubicación puede tener en los espacios urbanos de ambos asentamientos.
Podría ser comprensible su punto de vista teniendo en cuenta los esquemas mentales que predominan sobre este   tema.
Aunque soy de la opinión que varias interrogantes deben ser dilucidadas previamente, ¿debemos olvidarnos de la cubierta ligera para la vivienda como una opción real ante su vulnerabilidad  en nuestro contexto?, recordando que muchas de ellas ofrecen adecuadas condiciones bioclimáticas para sus moradores.
¿Los eventos meteorológicos de las últimas décadas  con su secuela de daños, atestiguan la valides de este razonamiento o habrá que poner en una balanza  el mal estado técnico de una parte del fondo habitacional dañado y problemas de diseño en su concepción  y construcción en este tipo de  inmueble?
Sabemos que en la mayoría de los casos se sustituye la vivienda tradicional por casa provista de  losa de hormigón armado en la cubierta, buscando mayor seguridad, calidad y duración que en no pocas ocasiones su diseño y construcción  revelan serias deficiencias en su comportamiento bioclimático.
Algunos de los errores cometidos están asociados al desconocimiento de parte de las entidades y la población sobre estos temas.
El término diseño bioclimático o arquitectura bioclimática es relativamente reciente. Se trata de optimizar la relación hombre-clima mediante la forma arquitectónica.
La arquitectura bioclimática consiste en el diseño de edificios teniendo en cuenta las condiciones climáticas, aprovechando los recursos disponibles: sol, vegetación, lluvia y vientos para disminuir los impactos ambientales.
El clima donde se va a localizar el edificio se define por la temperatura, los niveles de humedad, la velocidad y dirección de los vientos y el soleamiento del sitio. Entonces las condiciones climáticas pueden constituir un inconveniente o una ventaja para un adecuado rendimiento energético de la casa.
 Leo en la red, ¨…Los altos puntales son considerados como un recurso esencial para el diseño bioclimático en climas como el de Cuba. Lo cual es válido  cuando se trata de edificaciones de una sola planta con cubiertas ligeras expuestas a la radiación solar, ya que el puntal alto aleja de las personas la fuente emisora de calor radiante, por tanto, de la sensación de calor percibido.
En cubiertas pesadas el efecto de la elevación del puntal en la temperatura percibida por las personas es despreciable, por lo cual esta decisión de diseño no se justifica desde el punto de vista económico.
Mejores resultados podrían obtenerse reduciendo la capacidad de luz absorbida por la superficie exterior de la cubierta. Por ejemplo, con solamente pintarlas de blanco la sensación térmica interior puede reducirse hasta en cinco grados...¨
En el  diseño de las nuevas urbanizaciones se tendrá en cuenta en su trazado la dirección de los vientos predominantes para favorecer el régimen de brisas en los espacios edificados que contribuya a  disminuir la radiación solar; así como una adecuada  orientación de las instalaciones con respecto a la luz solar en dependencia de las actividades que se desarrollen. En el mismo sentido el uso  de colores claros en la edificación permite  disminuir la sensación térmica.
El empleo de la vegetación reduce la radiación solar y el calor absorbido por las edificaciones y los pavimentos, contrarrestan el efecto de isla de calor urbano que se caracteriza por  su dificultad para disipar el calor durante las horas nocturnas,  mejoran el microclima térmico, purifican el aire y modifican los patrones de flujo del viento.
Experiencia internacional abunda, aún así no hay  necesidad de salir de Cuba para descubrir buenos ejemplos de funcionales  viviendas diseñadas y construidas con cubierta ligera y buenas condiciones bioclimáticas que han sorteado  felizmente, por más de medio siglo, los vaivenes meteorológicos y han proporcionado confort  a sus moradores.
La vivienda provista de  cubierta de hormigón armado puede mitigar su  deficiente comportamiento térmico, si ese fuera el caso, aplicando algunos de los principios mencionados, logrando adecuada satisfacción a las condiciones climáticas, cálida y húmeda, de nuestro país.
Siento que hice mi tarea de hoy, en ese esfuerzo por divulgar las maneras que se puede mejorar  la relación del ser humano con la naturaleza a través de la forma  de las edificaciones. Seguramente mis colegas de labor profundizarán en el tema y lo traducirán en regulaciones específicas destinada a orientar las acciones constructivas.
Por mi parte sólo espero con ansia  el descanso del fin de semana, provisto de short, gorra, escoba, brocha y una tanqueta de pintura blanca. Cinco grados menos de temperatura en el interior de mi vivienda es una oferta demasiado tentadora para no probar, en estos días de calor agobiante.
Para el futuro cercano ya estoy pensando en convertir mi casa verde, ante el desconcierto de la familia, en la casa blanca, sin que ello implique cambiar de casaca, por supuesto.

(Texto e imagen gráfica, José Alberto Zayas Pérez. Temas consultados, Arquitectura bioclimática, Arquitecta. Doctora en Ciencias Dania González Couret. ISPJAE. Enciclopedias  Wikipedia y EcuRed)

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