La experiencia
exitosa de Granma en la recuperación visual de su espacio construido me hizo
suponer erróneamente que tenía algún conocimiento profundo sobre esta temática.
Había trabajo
durante meses, como parte de un equipo técnico, en la aplicación de una guía
urbanística, que analizaba los principales componentes del marco físico de los
asentamientos urbanos donde destacan los análisis y propuestas de
soluciones a los problemas
funcionales de sus edificaciones, calles,
espacios públicos, el mobiliario urbano, las áreas verdes, elementos de
ambientación, entre otros.
Por eso después
de más de 20 años de trabajo ininterrumpido como planificador físico, o
urbanista como se suele conocer, era el momento de volver a las aulas y nada mejor que hacerlo con una maestría en
Ordenamiento Territorial y Urbano
impartida por destacados profesionales
del Instituto de Planificación Física y del Instituto Superior Politécnico José
Antonio Echeverría en la ciudad de La Habana.
A su vez
representaba un lujo poder contar con un equipo de profesores de amplia
experiencia profesional y pedagógica, algunos de ellos, los conocía por sus
obras, publicaciones especializadas o libros de cabeceras de la carrera de
Arquitectura.
Debo admitir que
todos nos aportaron conocimientos técnicos y ampliaron nuestro horizonte más
allá del pensamiento estrecho que teníamos sobre los temas urbanos y
territoriales.
Por cosas del
destino, yo tenía como oponente de tesis a Mario Coyula Cowley, lamentablemente
recientemente fallecido, con un currículo que impresionaba, desde el punto de
vista humano y profesional.
Participó en la
lucha clandestina con el Directorio Revolucionario. Doctor en
Ciencias Técnicas, Profesor de Mérito del Instituto Superior Politécnico
"José Antonio Echeverría". Arquitecto. Diseñador urbano y crítico.
Profesor
visitante en la Escuela de Diseño de Postgrado en la Universidad de Harvard y de múltiples
centros de estudio superior, redactor de revistas especializadas, coautor de dos proyectos de monumentos
conmemorativos y un etcétera que a mí me parece interminable por no decir
aplastante en mi intento de ¨cruzar la varilla¨ docente.
Recuerdo cierto día en el aula que me
saluda y me interpela curioso, -me ha dicho la profesora guía que quieres hacer
tu tesis sobre la imagen urbana de un barrio de Bayamo-, le digo que sí, no le
expreso que me siento confiado por los resultados logrados en mi ciudad,
formando parte de un equipo multidisciplinario que había convertido el sitio en
un referente nacional del momento en la
recuperación del espacio visual construido.
Me mira, sonríe con picardía y me expresa,
-no me vas a decir que pintar las edificaciones de algunas manzanas, arreglar
los parques y plazas, mejorar la gráfica
urbana o jerarquizar una calle comercial, es imagen urbana-.
Ahora sé que la pregunta era retadora, por
demás, el profesor era una de las personas más calificada para hablar de estos
temas, así que sin ser mi intensión estaba queriendo bailar en casa del trompo.
En aquel instante sentí, sin razón, que me estaba literalmente descalificando.
Coyula, como le decía la mayoría, era una
persona que respiraba talento, impartía sus clases de forma calmada, con un
metal de voz más bien bajo, escucha con atención las interrogantes y respuestas
de todos sus alumnos, no parecía asombrarse con las contestas poco inteligente,
establecía una relación de igual a igual, lo que daba confianza, lo que no
quitaba que, de vez en vez, hiciera un comentario desconcertante, no sé si para
expresar reprobación o para motivar el debate.
En aquellos días yo estaba muy preocupado
con la observación del profesor y la validación de mi proyecto de tesis,
¨Lineamientos Urbanísticos para la Calidad de la Imagen de Bayamo: Barrio Nuevo
Bayamo¨
Más de una semana de lectura ansiosa de
sus textos, buscando una contesta y por
fin descubrí en el libro de Diseño Urbano, donde Coyula es el autor principal,
que al hacer un análisis de la imagen de la ciudad expresaba, ¨…además de las
formas físicas existen otros factores sociales, funcionales y culturales… que
influyen en la imaginibilidad de un espacio urbano¨.
Aquellos ¨factores funcionales¨ me sabían
a gloria, yo sabía que estaban presentes en mucho de lo que se había hecho en
Bayamo por recuperar su espacio edificado y que él acepta como válido en la
recuperación de la imagen del sitio, me
devuelven la tranquilidad y me hace recordar que no me podía quedarme en el afeite, so pena de
oír hablar de ¨una vieja con colorete¨ como dicen con chanza la gente del pueblo
a cierto barrio de La Habana, creo que injustamente.
Entendí, que aparte de los aspectos
funcionales, era necesario conocer los morfológicos o sea los vinculados a la
forma de la ciudad y los significados
asociados a los valores del sitio y sobre los cuales no tenía adecuadas
referencias.
La suerte vino una vez más en mi ayuda al
designarse a la Doctora en Ciencias Técnicas Gina Rey Rodríguez como mi tutora.
Gina es una destaca profesional recientemente galardonada con el Premio
Nacional de Arquitectura 2015 por su obra de toda la vida, dedicada al
urbanismo, el planeamiento territorial, la creación de políticas para el
desarrollo del hábitat y la docencia.
Es una mujer dulce, que ama su profesión y
su labor docente. La solidaridad de Gina con sus alumnos impresiona, resulta
difícil imaginar cómo encuentra tiempo para dividir su ocupado espacio laborar
para atender a todos y hacer lo que hacen pocos brindar todo la información que
dispone a sus estudiantes, sea tutora o no de ellos.
Es exigente con los compromisos
contraídos, pero respeta el esfuerzo y la dedicación a la tarea asumida por los
maestrantes. Pienso en las deudas de gratitud que tengo con ella y nunca tuve
tiempo de expresársela adecuadamente.
Recuerdo esa manera tan particular de
enseñar. En las revisiones parciales, lee los textos y escuchaba con paciencia
mis puntos de vistas y como si fuera juego a mí me parecía que me brindaba un ¨pie
forzado¨ donde debía profundizar y quién sabe si torcer el rumbo del análisis técnico realizado, brindaba la información
que disponía y esperaba de que supiera
encontrar por mí mismo el camino lógico e innovador a la propuesta. Nunca
regalaba nada al estudiante, había que esforzarse para obtener el resultado.
Recuerdo una experiencia tan
diferente vivida en una universidad
polaca donde pasaba un curso de postgrado de mi especialidad donde mi tutora,
ante mi intento de exponer mis puntos de vistas sobre el tema, me señaló que yo
estaba allí para escuchar sus instrucciones y me habló con disgusto sobre la proverbial locuacidad
latina. Había que seguir un guión previamente diseñado sobre cómo debía abordar
el tema a tratar, con lo cual yo me sentía totalmente infeliz en el plano
profesional.
Por el contrario Gina manejaba los hilos
de la instrucción del discípulo, pero de tal manera que se hacía invisible su
proceder y al final acabe disfrutando
más el método de búsqueda
empleado en el proceso de aprendizaje que el propio resultado final obtenido.
Sólo una sola vez la vi verdaderamente
enfadada conmigo, cuando en consulta con
otra destacada profesional me sugirió un camino distinto para avanzar en
determinado tópico y con la inconsistencia propia del principiante se lo
mencioné a Gina, se puso seria y me
dijo, –Bueno Zayas, ha llegado la hora de
que escoja con que tutora quieres estar- nunca más volví a cometer ese error.
En la discusión final de mi tesis no pude
contar con su presencia física, compromisos docentes la mantendrían por un
tiempo en Brasil, pero me instruyó en toda la preparación necesaria.
El día esperado se parece a todos los que
han tenido que pasar por esa experiencia, igual para todo, pero a su vez
diferente.
El Doctor Coyula fue el primero en leer su
oponencia, no sé porque empieza a hablar de Europa, oigo mencionar a Yugoslavia,
yo en medio de la tensión me preguntaba que tendría que ver mi barrio en el
Nuevo Bayamo un pequeño espacio de sólo 16 hectáreas ubicado en el oriente
cubano con la vieja Europa, pero sin tiempo para explicaciones y como un
bombardeo en picada aparece en mi pequeña área de estudio con labrillantez y coherencia que lo
caracterizaba.
Comienza hacer el desmontaje del trabajo
en sus puntos más vulnerables en unos
interminables 16 minutos, termina reconociendo su utilidad y elogiando la
propuesta de gestión urbana, que según expresa, no es lo usual en estos
trabajos de maestría.
Un miembro del jurado lee las
consideraciones de mi tutora, ella es sumamente amable conmigo, reconoce la
utilidad e importancia del tema
abordado, el esfuerzo del maestrante y como fue progresando a medida que avanza
en su propuesta, yo diría mejor como me hizo avanzar y crecer.
El tribunal premia mi esfuerzo, me siento muy aliviado e
inmensamente complacido. Ya en un
ambiente más calmado, Coyula con su
proverbial manera de ser se disculpa y con una sonrisa condescendiente parece
querer aliviar mi pena, me dice, -te
apreté un poco amigo, no sé por qué pensé que era una tesis de
doctorado- le expreso con sinceridad que
para mí es un gran distinción tenerlo de oponente y haber podido escuchar, tal
vez sin proponérselo, más que la oponencia, la conferencia que brindo al
auditorio y al tribunal sobre la imagen urbana.
Percibo con fuerza el momento vivido, que
comparto con los cientos, a tal vez miles,
de estudiantes universitarios, de maestrantes y aspirante a doctores que han pasado por las manos de estos dos profesionales y pedagogos destacados de
nuestro país.
De alguna manera, tal vez tarde, en acto
de desagravio, encuentro esta forma de
decirles, gracias, muchas gracias, sin interesarme que no se celebra fecha alguna
de importancia en el calendario.
(Texto, José Alberto
Zayas Pérez. Fotos bajadas de Intenet)
No hay comentarios:
Publicar un comentario