miércoles, 14 de octubre de 2015

Los profesores Gina y Mario



La experiencia exitosa de Granma en la recuperación visual de su espacio construido me hizo suponer erróneamente que tenía algún conocimiento profundo sobre  esta temática.
Había trabajo durante meses, como parte de un equipo técnico, en la aplicación de una guía urbanística, que analizaba los principales componentes del marco físico de los asentamientos urbanos donde destacan los análisis y propuestas de soluciones  a los problemas funcionales  de sus edificaciones, calles, espacios públicos, el mobiliario urbano, las áreas verdes, elementos de ambientación, entre otros.
Por eso después de más de 20 años de trabajo ininterrumpido como planificador físico, o urbanista como se suele conocer, era el momento de volver a las aulas  y nada mejor que hacerlo con una maestría en Ordenamiento Territorial  y Urbano impartida por  destacados profesionales del Instituto de Planificación Física y del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría en la ciudad de La Habana.
A su vez representaba un lujo poder contar con un equipo de profesores de amplia experiencia profesional y pedagógica, algunos de ellos, los conocía por sus obras, publicaciones especializadas o libros de cabeceras de la carrera de Arquitectura.
Debo admitir que todos nos aportaron conocimientos técnicos y ampliaron nuestro horizonte más allá del pensamiento estrecho que teníamos sobre los temas urbanos y territoriales.
Por cosas del destino, yo tenía como oponente de tesis a Mario Coyula Cowley, lamentablemente recientemente fallecido, con un currículo que impresionaba, desde el punto de vista humano y profesional.
Participó en la lucha clandestina con el Directorio Revolucionario.  Doctor en Ciencias Técnicas, Profesor de Mérito del Instituto Superior Politécnico "José Antonio Echeverría". Arquitecto. Diseñador urbano y crítico.
Profesor visitante en la Escuela de Diseño de Postgrado en la Universidad de Harvard y de múltiples centros de estudio superior, redactor de revistas especializadas, coautor de dos proyectos de monumentos conmemorativos y un etcétera que a mí me parece interminable por no decir aplastante en mi intento de ¨cruzar la varilla¨ docente.
Recuerdo cierto día en el aula que me saluda y me interpela curioso, -me ha dicho la profesora guía que quieres hacer tu tesis sobre la imagen urbana de un barrio de Bayamo-, le digo que sí, no le expreso que me siento confiado por los resultados logrados en mi ciudad, formando parte de un equipo multidisciplinario que había convertido el sitio en un referente nacional del momento en  la recuperación del espacio visual construido.
Me mira, sonríe con picardía y me expresa, -no me vas a decir que pintar las edificaciones de algunas manzanas, arreglar los  parques y plazas, mejorar la gráfica urbana  o jerarquizar una  calle comercial, es imagen urbana-.
Ahora sé que la pregunta era retadora, por demás, el profesor era una de las personas más calificada para hablar de estos temas, así que sin ser mi intensión estaba queriendo bailar en casa del trompo. En aquel instante  sentí, sin razón,  que me estaba literalmente descalificando.
Coyula, como le decía la mayoría, era una persona que respiraba talento, impartía sus clases de forma calmada, con un metal de voz más bien bajo, escucha con atención las interrogantes y respuestas de todos sus alumnos, no parecía asombrarse con las contestas poco inteligente, establecía una relación de igual a igual, lo que daba confianza, lo que no quitaba que, de vez en vez, hiciera un comentario desconcertante, no sé si para expresar reprobación o para motivar el debate.
En aquellos días yo estaba muy preocupado con la observación del profesor y la validación de mi proyecto de tesis, ¨Lineamientos Urbanísticos para la Calidad de la Imagen de Bayamo: Barrio Nuevo Bayamo¨
Más de una semana de lectura ansiosa de sus textos, buscando  una contesta y por fin descubrí en el libro de Diseño Urbano, donde Coyula es el autor principal, que al hacer un análisis de la imagen de la ciudad expresaba, ¨…además de las formas físicas existen otros factores sociales, funcionales y culturales… que influyen en la imaginibilidad de un espacio urbano¨.
Aquellos ¨factores funcionales¨ me sabían a gloria, yo sabía que estaban presentes en mucho de lo que se había hecho en Bayamo por recuperar su espacio edificado y que él acepta como válido en la recuperación de la imagen del sitio,  me devuelven la tranquilidad y me hace recordar que  no me podía quedarme en el afeite, so pena de oír hablar de ¨una vieja con colorete¨ como dicen con chanza la gente del pueblo a cierto barrio de La Habana, creo que injustamente.
Entendí, que aparte de los aspectos funcionales, era necesario conocer los morfológicos o sea los vinculados a la forma de la ciudad y los  significados asociados a los valores del sitio y sobre los cuales no tenía adecuadas referencias. 
La suerte vino una vez más en mi ayuda al designarse a la Doctora en Ciencias Técnicas Gina Rey Rodríguez como mi tutora. Gina es una destaca profesional recientemente galardonada con el Premio Nacional de Arquitectura 2015 por su obra de toda la vida, dedicada al urbanismo, el planeamiento territorial, la creación de políticas para el desarrollo del hábitat y la docencia.
Es una mujer dulce, que ama su profesión y su labor docente. La solidaridad de Gina con sus alumnos impresiona, resulta difícil imaginar cómo encuentra tiempo para dividir su ocupado espacio laborar para atender a todos y hacer lo que hacen pocos brindar todo la información que dispone a sus estudiantes, sea tutora o no de ellos.
Es exigente con los compromisos contraídos, pero respeta el esfuerzo y la dedicación a la tarea asumida por los maestrantes. Pienso en las deudas de gratitud que tengo con ella y nunca tuve tiempo de expresársela adecuadamente. 
Recuerdo esa manera tan particular de enseñar. En las revisiones parciales, lee los textos y escuchaba con paciencia mis puntos de vistas y como si fuera juego a mí me parecía que me brindaba un ¨pie forzado¨ donde debía profundizar y quién sabe si torcer el rumbo  del análisis técnico realizado, brindaba la información que disponía  y esperaba de que supiera encontrar por mí mismo el camino lógico e innovador a la propuesta. Nunca regalaba nada al estudiante, había que esforzarse para obtener el resultado.
Recuerdo una experiencia tan diferente  vivida en una universidad polaca donde pasaba un curso de postgrado de mi especialidad donde mi tutora, ante mi intento de exponer mis puntos de vistas sobre el tema, me señaló que yo estaba allí para escuchar sus instrucciones y me habló con  disgusto sobre la proverbial locuacidad latina. Había que seguir un guión previamente diseñado sobre cómo debía abordar el tema a tratar, con lo cual yo me sentía totalmente infeliz en el plano profesional.
Por el contrario Gina manejaba los hilos de la instrucción del discípulo, pero de tal manera que se hacía invisible su proceder y al final acabe disfrutando  más  el método de búsqueda empleado en el proceso de aprendizaje que el propio resultado final obtenido.
Sólo una sola vez la vi verdaderamente enfadada conmigo, cuando  en consulta con otra destacada profesional me sugirió un camino distinto para avanzar en determinado tópico y con la inconsistencia propia del principiante se lo mencioné  a Gina, se puso seria y me dijo, –Bueno Zayas, ha llegado la hora  de que escoja con que tutora quieres estar- nunca más volví a cometer ese  error.
En la discusión final de mi tesis no pude contar con su presencia física, compromisos docentes la mantendrían por un tiempo en Brasil, pero me instruyó en toda la preparación necesaria.
El día esperado se parece a todos los que han tenido que pasar por esa experiencia, igual para todo, pero a su vez diferente.
El Doctor Coyula fue el primero en leer su oponencia, no sé porque empieza a hablar de Europa, oigo mencionar a Yugoslavia, yo en medio de la tensión me preguntaba que tendría que ver mi barrio en el Nuevo Bayamo un pequeño espacio de sólo 16 hectáreas ubicado en el oriente cubano con la vieja Europa, pero sin tiempo para explicaciones y como un bombardeo en picada aparece en mi pequeña área de estudio  con labrillantez y coherencia que lo caracterizaba.
Comienza hacer el desmontaje del trabajo en sus puntos más vulnerables  en unos interminables 16 minutos, termina reconociendo su utilidad y elogiando la propuesta de gestión urbana, que según expresa, no es lo usual en estos trabajos de maestría.
Un miembro del jurado lee las consideraciones de mi tutora, ella es sumamente amable conmigo, reconoce la utilidad  e importancia del tema abordado, el esfuerzo del maestrante y como fue progresando a medida que avanza en su propuesta, yo diría mejor como me hizo avanzar y crecer.
El tribunal premia mi  esfuerzo, me siento muy aliviado e inmensamente complacido.  Ya en un ambiente más calmado,  Coyula con su proverbial manera de ser se disculpa y con una sonrisa condescendiente parece querer aliviar mi pena, me dice, -te  apreté un poco amigo, no sé por qué pensé que era una tesis de doctorado-  le expreso con sinceridad que para mí es un gran distinción tenerlo de oponente y haber podido escuchar, tal vez sin proponérselo, más que la oponencia, la conferencia que brindo al auditorio y al tribunal sobre la imagen urbana.
Percibo con fuerza el momento vivido, que comparto con los cientos, a tal vez miles,  de estudiantes universitarios, de maestrantes y aspirante a  doctores que han pasado por  las manos de estos  dos profesionales y pedagogos destacados de nuestro país. 
De alguna manera, tal vez tarde, en acto de desagravio, encuentro esta  forma de decirles, gracias, muchas gracias, sin interesarme que no se celebra fecha alguna de importancia en el  calendario.

(Texto, José Alberto Zayas Pérez.  Fotos bajadas de Intenet)

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