lunes, 7 de septiembre de 2015

Nueve meses



Después de culminar algo más cuatro años de trabajo fuera del país  disfruto de mis primeros nueve meses  de estancia en mi tierra en compañía  de familiares y amigos.
Pienso en aún en las ideas  que escribí en un artículo en el Blog bajo la magia de la distancia en una de las fugaces vacaciones a Cuba, intitulado ¨El Breve Espacio¨, tratando de reflejar las impresiones recibidas en la cambiante, para bien, realidad cubana donde nuevos actores del panorama económico y social se sumaban al escenario citadino, en una Cuba más abierta al mundo donde el flujo de ir y venir de personas establecían nuevos paradigmas.
Presupongo que fuera de la Patria es mucho más  fácil descubrir nuestras virtudes, los cubanos están dotados de privilegios que no están precisamente insertados en el  ADN  al nacer y debo confesar que no son los derechos sociales de los  compatriotas  lo que más me impresionan y ya es decir bastante, son por antonomasia, nuestros valores, que conforman  esa rara mezcla de atributos que nos identifican como cubanos donde la solidaridad es unos de sus principales pilares.
El contexto nativo se hace multifacético  para un neófito como yo que sólo pretende reflejar las impresiones recibidas aprovechando que  aún  se mantienen nítidas  antes de ser absorbidas y tal vez borradas por la cotidianidad, por eso es el momento de compartirlas, quizás no tengan el valor de la noticia, pero puede llegar con interés aquellos amigos que el tema cubano no les es ajeno.
De tantos aspectos por abordar, además de lo dicho en el artículo pretérito,  fueron dos las cuestiones que a mi parece que se hacían muy visibles, lo que no quiere decir que sean las más relevantes,  en los comentarios de la gente y en mi propia percepción, son los rigores del tiempo  y el desarrollo de Intenet,  con sus luces y sombras.
Como era de esperar mi reinserción  en el medio laboral y en la cotidianidad del país fue inmediata, confieso que sólo el tiempo se me antojaba ajeno, no sé si estigmatizado por la benigna temperatura donde residía en Windhoek,  la capital de Namibia  y que es favorecida por su ubicación a  más de 1 700 metros de altitud o será, tal vez,  los años en el calendario que parecen hacer fallar cada vez más el ¨termostato interno¨ del cuerpo.
Otros lo achacan, no sin razón, a los cambios climáticos en cierne, acompañados de fuertes lluvias o como pasa ahora,  una prolonga sequía que viene  acompañada por altas temperaturas.
Pienso en el clima namibiano donde la humedad relativa es baja y la acción de traspirar no es de la más visible por eso  en Cuba es imposible ignorar el sudor que cubre los   cuerpos  y  nos compele  a una   demanda contante del  vital líquido y a la búsqueda de espacios para el  ocio donde  lo mismo  sirve un viaje a la  playa, al río o una ducha prolongada en el hogar.
Mientras  abanicos y equipos eléctricos son buscados con premura como pobres paliativos que no brindan el confort necesario, a pesar de la elevada facturas del consumo eléctrico que amenazan con desbordar la economía familiar.
Recuerdo recientemente haber leído en un diaria que  el presidente Barack Omaba  acababa  de inscribir con fuerza el tema medio ambiental en su agenda política, uno más que se suma a la  causa de la supervivencia de la raza humana, con una visita al territorio de Alaska, donde recordó el posible cambio de la temperatura del planeta entre 3 y 6 grados celcio  al finalizar  el presente  siglo y me preguntaba si ya no era hora que otros actores, de las más disímiles profesiones, se integren en la busca de soluciones concretas en su campo de actuación más allá de limitarnos a oír o leer todos los días preocupantes informes de los expertos en temas ambientales. 
Sinceramente debo confesar que no hay que esperar una centuria para padecer los cambios de la temperatura por venir. Un simple vistazo al termómetro del cuarto de mi casa refleja, para mi asombro, una temperatura de 40 grados celcio a pesar de los 35 grados   anunciados para la localidad, las causas, es curioso, están siendo favorecidas por nosotros mismos y para mi pesar mi noble profesión  de Arquitecto tiene deudas pendientes por saldar en los temas medio ambientales desde el punto de vista  de la planificación urbana,  el diseño de vivienda y la construcción.
  Por otra parte, he visto algunos amigos en las redes sociales o que seguían con asiduidad el Blog reprochándome cariñosamente mi ausencia, lo cierto es que Internet es una asignatura pendiente que recién se abre para la mayoría de los cubanos, las razones ya ustedes la conocen, las mismas que nos han obligado a sobrevivir por más de medio siglo.
Ha habido un proceso paulatino de inserción en la red de redes, ya existen  en los hoteles, universidades, en muchos centros laborales, en club de computación, en salas de navegación, entre otras, pero lo que le ha dado un carácter masivo y pintoresco  es su extensión a lugares públicos relevantes en las principales ciudades cubanas en espera de instalar la infraestructura necesaria para su mayor extensión a los hogares.
 
Como urbanista sé que el estudio de los centros históricos o comerciales ha estado dentro de las prioridades de los  Planes Directores o Generales, como se le suele decir, recuerdo que la mayoría de las acciones van encaminadas a fortalecer sus actividades mercantiles  y recreativas y excluir aquellas que no son afines, pero nunca se nos ocurrió  que la extensión de Internet a lugares públicos lograría una nueva e insólita animación en los centros urbanos.
Es curioso ver a los jóvenes y no tan jóvenes copar los más disimiles espacios para navegar con su celular, tableta, laptop…o familias enteras establecer una inusual charla con un interlocutor invisible, donde gestos, sonrisa, llanto o una frase muy cubana hace olvidar el espacio abierto donde ocurre el diálogo, sí, es hermoso, pienso que también son necesidades acumuladas que hoy empiezan a encontrar una respuesta.

Como cualquier parto nueve meses es suficiente para mí para ver nacer una nueva Cuba, igual y a la vez diferente. Cada cual, de acuerdo a su visión, léase nación o persona, hace  su propio proyecto,  a veces sin contar con nosotros o peor aúncon la certeza que nos conocen bien, algunos apuestan al desgaste, a la frustración de los  sueños, a cambios estructurales, a la ingenuidad política… lo que me recuerda haber visto en la red a algún conocido comentar preocupado, ¿los cubanos adivinan lo que hay detrás del telón?
Otros abogan por darle una oportunidad a la paz, a pesar de todo, navegar, si es preciso,  con el  mar turbulento que se nos anuncia y superarnos a nosotros mismos, fuera ya de la urna de cristal y expuesto al  espacio exterior, consciente que la soberanía  tiene un precio por saldar  y hay que luchar por ella, créanme, no hay alternativa.
(Texto e imagen gráfica, José Alberto Zayas Pérez)

El Breve Espacio



Un año es un breve espacio de tiempo. Para los que viven en la Isla, tal vez, no son tan notorios los cambios. Los que están, o trabajan fuera de la Patria, que vienen con los sentidos agudizados, por la ausencia  y los recuerdos congelados del pasado, que dejaron atrás, hace mucho tiempo, o en nuestro caso, en un fugaz espacio temporal, la realidad cubana no pasa inadvertida, aunque las visiones sean diversas y la manera de interpretar los hechos también.

Las percepciones, de parte de la gente de la calle, apuntan más en hablar en término de precios y salarios que de carencias materiales, es parte de la nueva realidad, que con un espíritu pragmático, se emprenden en el país, dirigido a enrumbar la sociedad sobre bases más sólida, adecuándola ante el cambiante escenario internacional a las posibilidades económicas de la nación.

Nuevos actores se consolidan, ofreciendo sus servicios particulares, en diversos campos, verdad que a precios más elevados; preservando el Estado las actividades vitales o estratégicas que permiten garantizar la sociedad justa y de bienestar para el pueblo que se construye con el aporte de todos.

Algunos, aún creen sólo en las bondades de externa, viendo la felicidad asociada única y exclusivamente a bienes materiales, otros regresan a la Patria después de descubrir con amargura  su verdad,  que existen los sueños, pero también  las pesadillas.

El intercambio con mi gente me hace pensar seriamente en los valores de mi pueblo. Una visita al mercado local de mi ciudad, unos minutos de espera y el inevitable diálogo con una desconocida que persigue igual propósito.
Me dice que un familiar vive en un país nórdico,  que recientemente lo visitó y piensa establecerse en esa nación, a continuación me cuenta entusiasmada de las bondades del país, hace comparaciones sociales y económicas con su país de origen.

Yo pienso en los increíbles retos del país, nos comparan con uno de los países de más alto índice de desarrollo humano o cuando no, otros lo hacen con la primera potencia económica del planeta.

En nuestro contexto, los países de América Latina, casi nunca, parecen buenas referencias para los cotejos,  por los ilusos, realmente nos obligan a ser un pueblo de gigantes.

La conversación discurre de forma amena, el hecho que dos desconocidos intercambian sobre asuntos tan diversos me hace pensar.

Nuestra plática termina, han pasado unos pocos minutos, lo suficientes para saber su nombre, conocer a su familia, su profesión, descubrir a amigos comunes, oír sus sueños y aspiraciones… se despide con un apretón de mano y un beso, me exhorta a probar suerte, me dice, “no sabes lo que te está perdiendo”…

Sonrió pensativo, porque no estoy seguro si ella está consciente del valor espiritual de nuestro pequeño diálogo, tan común entre cubanos, raro privilegio, difícil de encontrar en muchas partes, donde nada sabemos de nuestro vecino y no hay tiempo, ni deseo, para profundizar en las relaciones interpersonales.

Lamentablemente, aún no lo sabe, pero lo sabrá  y entonces recordará inevitablemente los valores intangibles que perdió.

La visita a mi ciudad natal me permite el intercambio con mi familia y con nuestras realidades y me ayuda aprender más de los míos.

Saludo a un amigo de la infancia, que está devuelta después de una azarosa aventura para llegar al país del Norte y en unos de sus viajes a Cuba decidió no retornar a como diera lugar.

Lo interrogo curioso por su decisión, me expresa con honestidad su divergencia con algunos aspectos de la realidad cubana, pero me dice que su visión negativa de la sociedad es mucho más favorable que la que vivió todos estos años en ese país.

Recuerdo su inexplicable alegría cuando le entregaron su libreta de abastecimiento, no sé si aquello lo asoció como un documento de identidad o el derecho de residencia.

Lo cierto es que para los cubanos durante muchos años, fue la única vía que tenían para sobrevivir el brutal acoso del bloqueo, permitiendo garantizar la alimentación,  de la población.

El sueño de que un día desapareciera se ha ido esfumando con el tiempo, deseando lo opuesto, a medida que se abrió un mercado que responde a la oferta y la demanda, donde se puede adquirir el mismo producto, pero por varias veces su valor.

Las ciudadanos aprenden  a valorar los esfuerzos del Estado por proteger a las personas de bajos ingresos con productos subvencionados al costo oneroso de cientos de millones de dólares gastado todos estos años para adquirirlo, en lejanos mercados, en condiciones de bloqueo.

También pude abrazar a un amigo español del barrio. Había leído con interés y asombro que Cuba estaba entre los países de América Latina con más emigrantes españoles en esta época de crisis económica para la nación Ibérica.

El me habló, como nadie, de la solidaridad y del valor de la familia Cubana, de los vecinos, ante la tragedia humana, sólo recuerdo sus últimas palabras ante de despedirnos…” Allá tú no le importas a nadie, Alberto”…

El temas de los valores es un tema de amplio debate en la sociedad cubana actual se habla de la bondad, solidaridad…a veces con fuerte espíritu crítico. Lo cierto es que los años duros del “Periodo Especial” tuvieron su efecto negativo y es sabio detener la brecha.

Tenemos el deber de proteger las riquezas, sin poner comillas, porque eso son nuestros valores, no debemos renunciar a estos  millones inmateriales.

Si debiera tranquilizar a nuestros amigos entonces diría apócrifamente al parafrasear al Presidente de la Reserva Federal del país norteño¨…podemos asegurarles a nuestros ciudadanos y amigos en el mundo que, aún tenemos, con creces, una de las mayores reservas de valores del planeta. Confíen en nosotros.
(Texto e imagen gráfica, José Alberto Zayas Pérez)