Hace algo más de un año atrás escribí un reportaje que intitule ¨Lo Real Maravilloso de Namibia¨, evocando al gran novelista cubano Alejo Carpentier, que en el contexto Americano, si supo encontrar la frase exacta para poner nombre a las cosas inesperadas o inusuales.
El continente Africano, en
especial su pueblo, su vasta y variada geografía, ofrecen un atractivo especial
al lector y es parte importante del elemento sustantivo de nuestra cultura,
regada con la sangre de millones de seres humanos, de este Continente, llevado como
esclavos, a ¨Nuestra América¨.
En aquella ocasión me
animaba el deseo de redescubrir, para amigos y colegas de trabajo, toda la rica geografía y
la etnografía de la tierra Namibiana.
Con lo cual iniciamos una
serie de reportajes para resaltar esos valores, como, Lo Real Maravilloso de Namibia: El meteorito de Hoba. Con la secreta esperanza de poder
escribir, de otros lugares de interés, a
través de las impresiones personales, con la visitas a los más sugerentes
sitios de este país.
En
ese primer artículo, Lo Real Maravilloso de Namibia, decíamos, ¨…. una persona amiga, allende a este continente, me
hablaba que había leído sobre un pueblo fantasma que existe en Namibia.
Para
mi sorpresa descubrí, que más de dos años de estancia en este país, del
suroeste de África, no son suficientes para revelar todo el sortilegio de
su rica geografía y menos aún permitir mi ilustración en el conocimiento
de la etnografía de esta nación, habitada por tan diversas pueblos
que conforman la patria Namibiana.
Si
los grandes escenarios impresionan por su extensión, no menos impacto
sentiremos al descubrir pequeños, y no tan pequeño espacios, creados por la
actividad creadora del hombre y reconocer los valores culturales y las
tradiciones de este pueblo milenario.
Explorar
los sitios que nos da la naturaleza, erigidos en lugares
notables, en un paciente trabajo de millones de años. O tal vez, el
disfrute único, de saber de la existencia de un “objeto
caído del cielo” que alberga en su territorio, como el meteorito de Hoba.
Así
podremos adentrarnos en las diversas facetas, que le dan su inusual atractivo a
este suelo, como la historia del Castillo de Duwisib, que asociamos
a la época del Medievo.
Conocer
la historia del pueblo fantasma de Kolmannskuppe o Kolmanskop, en
dialecto africano. Un sitio nacido con la “fiebre de los diamantes”, donde
palpita el mismo espíritu del oeste Norteamericano, con su bien conocida
“fiebre del oro”, y hoy yace silencioso, arropado por la arena del desierto,
después que su último habitante lo abandono, hace más de 50 años…¨
Al repasar un periódico
cubano, Cubadebate, descubrí un artículo de El Huffington Post, donde dejaba constancia gráfica de esa
visita y decidí compartirla con los lectores como la seguridad que quedarán gratamente
impresionados con las llamativas imágenes del pueblo fantasma de Kolmanskop.
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