domingo, 20 de octubre de 2013

Cuando unas amigas se van…

 
Hace unos días atrás, decía, esforzándome en poder encontrar argumentos, para poder explicar  un sentimiento llano, de amor y nostalgia,  por nuestro país, pero que encierra una gran verdad, expresado por unas colegas cubanas que se despiden del suelo Namibiano, después de tres años de trabajo en esta tierra Africana…¨ Cuba, es cuna, es identidad, parentesco,  es bienestar y no sólo referido a los tan mencionados beneficios sociales, que constituyen un derecho adquirido por los cubanos, como la salud, la educación, la seguridad social…es algo más intangible, que no sabemos explicar, pero  que lo sentimos apenas lo perdemos, por suerte, en nuestro caso, de forma temporal.

Es ser alguien, es tener un lugar y un rostro, sentir la mano amiga, de la solidaridad humana, tocando en nuestras casas, ser reconocido en un colectivo, formar parte de un proyecto, más allá de nuestra propia familia, es sentirnos acompañados, aún en la soledad, porque nuestro sonido, muy cierto Paula,… es vida!!!...¨
 
Llegó el momento del recuento, tal vez se hace más perceptible  los versos del poeta, cuando expresó ¨… de vez en cuando es bueno ser consciente de que hoy, de que ahora, estamos fabricando las nostalgias que descongelarán algún futuro...¨

Nuestro cerebro se esforzará en sintetizar nuestros recuerdos, borrará los espacios ocupados por  los malos momentos vividos, atrás quedará el desarraigo, alimentado por  la cultura diferente, el  idioma, la separación de la familia, forma de hacer y decir que no encajan en nuestra lógica diaria, pero es el sustrato  de la vida de este pueblo, y por tanto, son  verdades incontestables.
 

Ya olvidé mi preocupación, de los primeros meses de nuestra llegada, donde en una región del sur, en que estaban nuestros colegas, Rosa y Emilio,    las barreras culturales y profesionales  le impidieron  hacer su trabajo, como ingeniera y arquitecto, a estos dos calificados especialistas.

Sólo recordaré, por suerte, el pedido de Rosa, de hace unas pocas semanas atrás, en el sentido que retrasara su venida a la capital, para cumplir con trámites de rigor,  porque había un exceso de trabajo y era necesario terminar sus compromisos técnicos, antes  de su partida para Cuba.
La solicitud de las autoridades locales que pidieron, enfáticamente,  que se quedaran,  en vez de un adiós definitivo, la fiesta de despedida, el vestido típico, de la poderosa cultura Nama, obsequiado,  con la exigencia que lo luciera en el convite…mi esperanza secreta, se hizo realidad,  al  poder obtener  las valiosas imágenes, perdona hermana, pero nadie va a poder mostrar trofeo igual, como prueba del amor del pueblo Nama; cuando las relaciones humanas lograron abrir la brecha y el temor a lo desconocido cedió su espacio  a la compresión de la utilidad de su trabajo, con  la sensación de pérdida, en que quedaron atrapados sus principales directivos locales.
 
Lamentaré, durante mucho tiempo,  no haber llevado la cámara fotográfica para recoger los rostros, con la expresión de desolación,  que mostraban, mis colegas, frente a la embajada, de un país amigo,  porque después de mucho esfuerzo, por concertar el encuentro, de forma insólita, cada una de ellas había olvido algún documento  valioso que hacía inviable el proceso de obtención de la visa de  Tránsito.

Si hubiera que buscar alguna razón para este dislate, sólo podríamos argumentar, parafraseando a un destacado escritor español,… ¿Quién es el culpable?....  ¡Cuba, señor!

El penúltimo paso en tierras Namibia, se concreta con una visita al aeropuerto local para embarcar las cargas no acompañadas, van llenas de presentes,  cosas utilitarias y recuerdos acumulados en estos tres años de labor.

El cubano es muy solidario y la familia cercana difiere mucho, en cantidad y fuerte relación afectiva, de la anglosajona. Además del núcleo familiar tradicional, se incluyen los padres, hermanos, cuñados, tíos, sobrinos, primos, primos segundos; además de amigos, vecinos, compañeros de trabajo… casi todos serán recordados, con un gran o un modesto presente.
 
En una actividad de despedida, en un pintoresco restaurante con el nombre sugerente del ¨Techo de África, nos  reunimos una pequeña representación de los profesionales de nuestro grupo de trabajo, funcionarios del Ministerio que nos atienden y de la embajada Cubana  en Namibia.
El representante del Ministerio, que nos agasaja, dice unas palabras  a nombre de su institución y su país, recuerda los lazos de sangre que unen a Cuba y Namibia, expresa, el agradecimiento de los pueblos africanos a nuestro pueblo, reconoce el meritorio trabajo de los profesionales cubanos.
Dice, sobre su más ferviente deseo, de que continúe esta colaboración, en un momento importante, en que el gobierno desarrolla un vasto plan de construcción de viviendas para personas de bajos ingresos, que es la parte mayoritaria de sus ciudadanos y expresa su seguridad, que el programa de Vivienda, llegará a buen término con el apoyo de los profesionales cubanos.

Se excusa,  por aquellas cosas que podrían haber fallado en una mejor atención a nuestro grupo, habla del mutuo proceso de aprendizaje en que debimos transitar en estos tres años… Mientras lo escucho, mi cerebro establece asociaciones, no sé por qué pienso en mi amiga María Lucia, debe estar extrañando mí prolongado silencio en las redes. Créeme, amiga, razones tengo.

Oír hablar, al funcionario local,  del aprendizaje, me hace agitarme en el asiento, ese tema  me llega muy de cerca. No  hay escapatoria posible, cada paso que  acerca a mis colegas a Cuba, exige un gran esfuerzo, todo debe ser tocado con las manos y seguir las rigurosas reglas burocráticas, heredadas de su pasado colonial, fundamentalmente alemán y sudafricano, claro con la clásica pincelada nativa, en la  implementación del entramado administrativo.
La primera vez que choque con  el problema ocurrió en mi vano intento de obtener un transporte, para un problema de trabajo, hice lo que hacía siempre en Cuba, tocar en la puerta de mi jefe inmediato, solicitar un transporte y asunto resuelto, claro si estaba disponible,  craso error, al extrapolar   hábitos y proceso de trabajo.

Ya había reconocido, con mi ¨esforzado¨ Inglés, que puertas se podían tocar y cuáles no, así que fui a la correcta, la del jefe de transporte, con la solicitud verbal de mi pedido.

Me miro interrogante, observo mis manos vacías y me dijo lacónico… debes venir con una carta, firmada. Algo justo, después de todo, pensé para mí.

Cuando se la presenté, me echo una mirada  llena de curiosidad y se limitó a decirme, debe aparecer en  el modelo oficial del Ministerio y firmado por  los jefes superiores, lamentablemente, ubicados en  tres oficinas y pisos diferentes, por desgracias, lograr su firma, al unísono o en breve tiempo, es una tarea, para nada menor.

Fui con mucha voluntad a  la primera oficina, me interpelaron…muy bien,  el documento es legal, viene dentro de su file, pero no tiene delante, presillado, la carta que indique  la ruta de las personas que la van autorizar…Por esa vez, dejé el trabajo, fuera de la oficina, para otro día, como decimos en buen cubano¨… mucha cáscara, para tampoco palo¨.

Fuera de la Patria, se impone el respeto por la forma de hacer del país que nos acoge y como sucede tantas veces en la vida, uno acaba por entender la parte lógica de su proceso de trabajo.

Es sólo un fragmento pequeño del costo del aprendizaje. La lección aprendida, es que, todo se puede hacer, pero con mucho tiempo a tu favor, si hay imprevistos y los hay, sólo te queda una sola opción, correr y correr….el Ministerio tiene largos pasillos y muchas escaleras para la buena práctica del deporte.  
Al terminar sus emotivas palabras, bromeo con mi amigo Namibiano sobre aspectos de su discurso, le recuerdo entre risas y apretones de mano, el trabajo que me daba diferenciar entre sus frases afirmativas y negativas. Para la mayoría de nosotros si una propuesta, sobre cualquier tema, no es aceptada, la respuesta es muy concisa, simplemente se dice, no.

Pero, una parte de ellos, prefieren escucharte con educación, tal vez asientan con la cabeza, pero si tienen otra opinión, te premiaran con el silencio y te dejaran esperando por un proyecto irrealizable.

Mi amigo, entre risas, me explica que le resulta muy descortés darte un rotundo, no y prefieren que tú presupongas su respuesta y a la vez equilibres tus propuestas, conociendo de antemano las fronteras de los campos de acción que no debes pasar.

Entiendo su lógica, aunque me sigo quedando con nuestro   rotundo, no, como diría la abuela… al pan, pan y al vino, vino. Pero, entender su sicología, es muy importante,  ahorra tiempo y esfuerzo.

Y hablando de ahorro, deseo, que los administradores de casa, guardianes celosos de los limitados recursos gastables de oficina, teniendo en cuenta las numerosas gestiones escritas que realizo aquí todos los días,  no me recuerden, con la inevitable jocosidad latina… ¡Zayas,  acaba de bajarte de esa nube y aterriza en el aeropuerto de La Habana! Paradoja de realidades y culturas laborales diferentes.
Ahora, cuando veo a las amigas que se van,  no puedo dejar de recordar, el impactante y breve diálogo sostenido con ellas, hace apenas unas días atrás.

¨…Las arquitectas Paula y Teresa me acompañan, ellas forman parte de la avanzada  que dará,  por concluida la misión, la animación es contante, el diálogo inevitable.

Teresa no deja de mostrar su alegría por la partida. Paula dice que se marcha con alegría y tristeza a la vez.  Alegría por el reencuentro, tristeza por los recuerdos vividos y las personas que dejará atrás, pero confiesa que ya le era difícil soportar el sonido del silencio. 

-¿El silencio tiene un sonido, Paula?, le pregunto

- Si,  el silencio tiene un sonido. Asiente

Y a continuación afirma

-El silencio tiene un sonido, aquí, es el sonido de la soledad.

- ¿Y en Cuba el silencio no tiene igual sonido?, pregunto

Sonríe, parece innecesario explicarlo, pero ante mi expresión de duda, dice condescendiente 

-Zayas, es obvio! En Cuba, el sonido, es vida!!!…¨

Pocas veces pude escuchar, en tan breve palabras y de forma tan natural, el amor infinito por Cuba, ahora fue Paula, o tal vez yo me trastoque y en realidad lo dijo Teresa, pero podría haberlo expresado Rosa, o todos los profesionales que me acompañan en Namibia o cualquier persona agradecida de nuestro pueblo.
 
Los profesionales, de la Construcción y del Instituto de Planificación Física, que aún permanecen, en suelo namibiano, continuarán abonado, con nuestro trabajo creador, al desarrollo  económico y social de esta  nación, que conquistó su libertad, con la sangre de los combatientes africanos y cubanos, caídos  en combate, en la búsqueda de un futuro mejor para su pueblo.

A nuestras colegas, que terminaron  su misión, sólo podremos desearles un Feliz regreso a Casa, con la seguridad que sentirán muchas satisfacciones, por el deber cumplido, al amparo del dulce sonido de la Patria.






 

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