Leí un escrito del señor Luis Racionero, Director de la Biblioteca Nacional de España, que cuenta que cuando Hernán Cortés divisó la ciudad de Tenochtitlan, escribió en una carta a Carlos V: "Por no saber poner nombres a estas cosas, no las expreso".
No puedo dejar de recordar a Alejo Carpentier
al escribir su sentir ante la inesperada realidad Americana. Él si supo
encontrar la frase exacta para poner nombre a las cosas inesperadas o
inusuales, al definirlas dentro del concepto de “Lo Real Maravilloso”. De
alguna manera, ya en otro contexto, me hizo evocar al gran
novelista cubano, ante los hechos insólitos, que también acompañan la vida, en
estas tierras del Sur.
En estas elucubraciones estaba cuando un correo,
de una persona amiga, que vive allende al océano, me hablaba que había
leído sobre
un pueblo fantasma que existe en Namibia.
Quede desnudo ante mi ignorancia y para mi
sorpresa descubrí, que más de dos años de estancia en este país, del suroeste
de África, no son suficientes para revelar todo el sortilegio de su rica geografía y
menos aún permitir mi ilustración en el conocimiento de
la etnografía de esta
nación, habitada por tan diversas etnias que conforman la patria namibiana.
Es cierto, que ya no estamos en la época de la conquista con sus pioneros que mostraban al mundo el encanto de lo desconocido. Escritores, turistas de paso y enciclopedias digitales nos revelan un mundo poco familiar a nuestras raíces, y tal vez por eso, su atractivo, como estímulo a nuestra fantasía, esa que nos acompaña desde la infancia y que cesa sólo con la muerte.
Es cierto, que ya no estamos en la época de la conquista con sus pioneros que mostraban al mundo el encanto de lo desconocido. Escritores, turistas de paso y enciclopedias digitales nos revelan un mundo poco familiar a nuestras raíces, y tal vez por eso, su atractivo, como estímulo a nuestra fantasía, esa que nos acompaña desde la infancia y que cesa sólo con la muerte.
Estamos ante un inmenso territorio, así
piensa alguien que procede de la pequeña Cuba. Namibia tiene algo más
de siete veces la extensión territorial de nuestro país, que es de sólo 110 00
Km2, pero contradictoriamente posee casi
cinco veces menos población que nuestra Patria, con cerca de dos millones y
medio de habitantes. El país se divide en tres regiones físico geográfica: el
desierto de Namib, una meseta Central y el desierto de Kalahari.
Pero esta caracterización no nos permite visualizar toda la riqueza paisajística y faunística de estas tierras, con sus numerosos accidentes geográficos, encabezado por grandes ríos, su variada fauna Africana, sus importantes parques naturales, como el Parque Nacional de Etosha.
Pero esta caracterización no nos permite visualizar toda la riqueza paisajística y faunística de estas tierras, con sus numerosos accidentes geográficos, encabezado por grandes ríos, su variada fauna Africana, sus importantes parques naturales, como el Parque Nacional de Etosha.
Su gran desierto, el Namib, considerado el
más viejo del mundo y abarca una gran extensión que va desde
el río Orange, que traza el límite con la república Sudafricana, en su porción
Sur, hasta el río Kunene, que
tiene borde fronterizo con la república de Angola, en su límite norte.
Otro panorama que impacta los sentidos, se
recibe cuando se
recorre la tierra Namibiana, en un dilatado embrujo paisajístico
que se prolonga por de más de 2 000 Km, de sur a norte.
En su parte Sur, destaca su
zona desértica, con su gran planicie, quemada por el ardiente sol, con una
raquítica vegetación adaptada a las condiciones extremas de las zonas áridas y
donde la ganadería, la pesca y los recursos mineros, en especial sus famosos
diamantes aluviales, dan
vida a la actividad productiva local.
En esta zona, el paño ocre amarillo parece
romperse por un semillero de colinas
que aparecen de la nada, que junto con sus cadenas montañosas, le dan al
sistema Orográfico, diferentes
formas y colores, donde la erosión
ha ido tallando las diversas formas de una manera caprichosa.
Rompiendo el espacio natural, serpentean, las
bien conformadas carreteras, teniendo como telón de fondo las notables
elevaciones. Las vías generalmente
son de dos
sendas, por donde los vehículos circulan a gran velocidad, con la hipotética
prohibición expresa, de no descender su cuenta
milla por debajo de 140 km por hora, en una especie de loca carrera por acercar
lugares habitados que están geográficamente
distantes.
Al norte, la naturaleza nos regala, en una
muestra de su vigor, su
rica fauna, favorecida por su copiosa vegetación, donde la abundancia de grandes
ríos y el escurrimientos de las aguas en época de lluvia, muchas
veces desde territorios vecinos, como la zona sur de Angola, hace florecer la
vida.
No sin razón, se
localizan en esta zona, los
mayores conglomerados humanos, animal y vegetal del país. En su reverso, la
vida biótica, enfrenta,
de forma recurrente, su ciclo natural, causante de grandes
inundaciones, en la época de lluvia, ocasionado
grandes pérdidas de vidas humanas y afectando la
infraestructura edificada. En las últimas décadas se han
incrementado los riesgos de
afectación, por inundación, como resultado de la actividad antropogénica que se
desarrolla en este medio natural.
Si los grandes escenarios impresionan por su
extensión, no menos impacto sentiremos al descubrir pequeños, y no tan pequeño
espacios, creados por la actividad creadora del hombre y reconocer los valores
culturales y las tradiciones de este pueblo milenario.
Explorar los sitios que nos da la
naturaleza, erigidos en lugares
notables, en un paciente
trabajo de millones de años. O
tal vez, el disfrute único, de
saber de la
existencia de un “objeto
caído del cielo” que alberga en su territorio, como el meteorito de Hoba.
Así podremos adentrarnos en las diversas
facetas, que le dan su inusual atractivo a este suelo, como
la historia
del Castillo de Duwisib, que asociamos a la época del Medievo. El hombre que
dirigió su edificación, atrapado en medio de la circunstancia de una
conflagración Mundial, supo crear un
Oasis en
el desierto, a bien resguardo de los avatares de la época.
Los detalles de su edificación, que incluía la transportación de las piedras, traída de la vieja Europa, para edificar un recinto hermoso, como homenaje a su esposa, que nos recuerda, al menos en la intensión, las motivaciones que tuvo el emperador musulmán Shah Jahan, de la dinastía mongola, cuando construyó su Taj Mahal, en la India.
Conocer la historia del pueblo fantasma de Kolmannskuppe o Kolmanskop, en dialecto africano. Un sitio nacido con la “fiebre de los diamantes”, donde palpita el mismo espíritu del oeste Norteamericano, con su bien conocida “fiebre del oro”, y hoy yace silencioso, arropado por la arena del desierto, después que su último habitante lo abandono, hace más de 50 años.
Los detalles de su edificación, que incluía la transportación de las piedras, traída de la vieja Europa, para edificar un recinto hermoso, como homenaje a su esposa, que nos recuerda, al menos en la intensión, las motivaciones que tuvo el emperador musulmán Shah Jahan, de la dinastía mongola, cuando construyó su Taj Mahal, en la India.
Conocer la historia del pueblo fantasma de Kolmannskuppe o Kolmanskop, en dialecto africano. Un sitio nacido con la “fiebre de los diamantes”, donde palpita el mismo espíritu del oeste Norteamericano, con su bien conocida “fiebre del oro”, y hoy yace silencioso, arropado por la arena del desierto, después que su último habitante lo abandono, hace más de 50 años.
Hacia el norte encontramos el parque
de Ruacana, con sus hermosas Cataratas cayendo estruendosamente, a cientos de
metros de altura, para dejar una fuerte emoción en el visitante.
Trasladarnos, una vez más al sur, para recibir
la fuerte impresión que provoca la contemplación del Cañón del río
Fish, que es uno de los cañones más largo del mundo.
Ilustrarnos con la historia del Bosque petrificado de Khorixas; asombra saber que la edad de los fósiles que allí se encuentran son de unos 260 millones de años.
Podríamos seguir en esta especie de
encantamiento, descubriendo muchas de las realidades maravillosas de este país. Ya tienen
muchas de las referencias, las páginas digitales de Internet le harán
viajar a estos
sitios. Yo hice mi parte, ahora les toca a ustedes, estimados colegas, nutrirse de las
historias y las bellezas de esta Tierra, que renace con fuerza, dejando atrás
los vestigios del Colonialismo y del odioso régimen del Apartheid que sometió a
este pueblo por muchas décadas.
Ilustrarnos con la historia del Bosque petrificado de Khorixas; asombra saber que la edad de los fósiles que allí se encuentran son de unos 260 millones de años.
Gracias por las fotos, como siempre tan originales y por tu rico relato de ese maravilloso lugar...
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