Hace unos días atrás, decía, esforzándome en poder
encontrar argumentos, para poder explicar
un sentimiento llano, de amor y nostalgia, por nuestro país, pero que encierra una gran
verdad, expresado por unas colegas cubanas que se despiden del suelo Namibiano,
después de tres años de trabajo en esta tierra Africana…¨ Cuba, es cuna, es identidad,
parentesco, es bienestar y no sólo
referido a los tan mencionados beneficios sociales, que constituyen un derecho
adquirido por los cubanos, como la salud, la educación, la seguridad social…es
algo más intangible, que no sabemos explicar, pero que lo sentimos apenas lo perdemos, por
suerte, en nuestro caso, de forma temporal.
Es ser
alguien, es tener un lugar y un rostro, sentir la mano amiga, de la solidaridad
humana, tocando en nuestras casas, ser reconocido en un colectivo, formar parte
de un proyecto, más allá de nuestra propia familia, es sentirnos acompañados,
aún en la soledad, porque nuestro sonido, muy cierto Paula,… es vida!!!...¨
Llegó el momento
del recuento, tal vez se hace más perceptible los versos del poeta, cuando expresó ¨… de vez
en cuando es bueno ser consciente de que hoy, de que ahora, estamos fabricando
las nostalgias que descongelarán algún futuro...¨
Nuestro cerebro
se esforzará en sintetizar nuestros recuerdos, borrará los espacios ocupados
por los malos momentos vividos, atrás quedará
el desarraigo, alimentado por la cultura
diferente, el idioma, la separación de
la familia, forma de hacer y decir que no encajan en nuestra lógica diaria,
pero es el sustrato de la vida de este
pueblo, y por tanto, son verdades
incontestables.
Ya olvidé mi
preocupación, de los primeros meses de nuestra llegada, donde en una región del
sur, en que estaban nuestros colegas, Rosa y Emilio, las barreras culturales y profesionales le impidieron hacer su trabajo, como ingeniera y arquitecto,
a estos dos calificados especialistas.
Sólo recordaré,
por suerte, el pedido de Rosa, de hace unas pocas semanas atrás, en el sentido que
retrasara su venida a la capital, para cumplir con trámites de rigor, porque había un exceso de trabajo y era
necesario terminar sus compromisos técnicos, antes de su partida para Cuba.
La solicitud de
las autoridades locales que pidieron, enfáticamente, que se quedaran, en vez de un adiós definitivo, la fiesta de
despedida, el vestido típico, de la poderosa cultura Nama, obsequiado, con la exigencia que lo luciera en el convite…mi
esperanza secreta, se hizo realidad,
al poder obtener las valiosas
imágenes, perdona hermana, pero nadie va a poder mostrar trofeo igual, como prueba del amor del pueblo Nama; cuando las
relaciones humanas lograron abrir la brecha y el temor a lo desconocido cedió
su espacio a la compresión de la
utilidad de su trabajo, con la sensación
de pérdida, en que quedaron atrapados sus principales directivos locales.
Lamentaré,
durante mucho tiempo, no haber llevado
la cámara fotográfica para recoger los rostros, con la expresión de desolación,
que mostraban, mis colegas, frente a la
embajada, de un país amigo, porque
después de mucho esfuerzo, por concertar el encuentro, de forma insólita, cada
una de ellas había olvido algún documento valioso que hacía inviable el proceso de
obtención de la visa de Tránsito.
Si hubiera que
buscar alguna razón para este dislate, sólo podríamos argumentar, parafraseando
a un destacado escritor español,… ¿Quién es el culpable?.... ¡Cuba, señor!
El penúltimo
paso en tierras Namibia, se concreta con una visita al aeropuerto local para
embarcar las cargas no acompañadas, van llenas de presentes, cosas utilitarias y recuerdos acumulados en estos tres años de labor.
El cubano es muy
solidario y la familia cercana difiere mucho, en cantidad y fuerte relación
afectiva, de la anglosajona. Además del núcleo familiar tradicional, se
incluyen los padres, hermanos, cuñados, tíos, sobrinos, primos, primos segundos;
además de amigos, vecinos, compañeros de trabajo… casi todos serán recordados,
con un gran o un modesto presente.
En una actividad
de despedida, en un pintoresco restaurante con el nombre sugerente del ¨Techo
de África, nos reunimos una pequeña
representación de los profesionales de nuestro grupo de trabajo, funcionarios
del Ministerio que nos atienden y de la embajada Cubana en Namibia.
El representante
del Ministerio, que nos agasaja, dice unas palabras a nombre de su institución y su país, recuerda
los lazos de sangre que unen a Cuba y Namibia, expresa, el agradecimiento de
los pueblos africanos a nuestro pueblo, reconoce el meritorio trabajo de los
profesionales cubanos.
Dice, sobre su
más ferviente deseo, de que continúe esta colaboración, en un momento
importante, en que el gobierno desarrolla un vasto plan de construcción de
viviendas para personas de bajos ingresos, que es la parte mayoritaria de sus
ciudadanos y expresa su seguridad, que el programa de Vivienda, llegará a buen término
con el apoyo de los profesionales cubanos.
Se excusa, por aquellas cosas que podrían haber fallado
en una mejor atención a nuestro grupo, habla del mutuo proceso de aprendizaje
en que debimos transitar en estos tres años… Mientras lo escucho, mi cerebro establece
asociaciones, no sé por qué pienso en mi amiga María Lucia, debe estar extrañando
mí prolongado silencio en las redes. Créeme, amiga, razones tengo.
Oír hablar, al
funcionario local, del aprendizaje, me
hace agitarme en el asiento, ese tema me
llega muy de cerca. No hay escapatoria
posible, cada paso que acerca a mis
colegas a Cuba, exige un gran esfuerzo, todo debe ser tocado con las manos y
seguir las rigurosas reglas burocráticas, heredadas de su pasado colonial,
fundamentalmente alemán y sudafricano, claro con la clásica pincelada nativa,
en la implementación del entramado administrativo.
La primera vez que
choque con el problema ocurrió en mi
vano intento de obtener un transporte, para un problema de trabajo, hice lo que
hacía siempre en Cuba, tocar en la puerta de mi jefe inmediato, solicitar un
transporte y asunto resuelto, claro si estaba disponible, craso error, al extrapolar hábitos y proceso de trabajo.
Ya había
reconocido, con mi ¨esforzado¨ Inglés, que puertas se podían tocar y cuáles no,
así que fui a la correcta, la del jefe de transporte, con la solicitud verbal de
mi pedido.
Me miro interrogante,
observo mis manos vacías y me dijo lacónico… debes venir con una carta,
firmada. Algo justo, después de todo, pensé para mí.
Cuando se la presenté,
me echo una mirada llena de curiosidad y
se limitó a decirme, debe aparecer en el
modelo oficial del Ministerio y firmado por
los jefes superiores, lamentablemente, ubicados en tres oficinas y pisos diferentes, por desgracias,
lograr su firma, al unísono o en breve tiempo, es una tarea, para nada menor.
Fui con mucha
voluntad a la primera oficina, me
interpelaron…muy bien, el documento es
legal, viene dentro de su file, pero no tiene delante, presillado, la carta que
indique la ruta de las personas que la van
autorizar…Por esa vez, dejé el trabajo, fuera de la oficina, para otro día,
como decimos en buen cubano¨… mucha cáscara, para tampoco palo¨.
Fuera de la Patria,
se impone el respeto por la forma de hacer del país que nos acoge y como sucede
tantas veces en la vida, uno acaba por entender la parte lógica de su proceso
de trabajo.
Es sólo un
fragmento pequeño del costo del aprendizaje. La lección aprendida, es que, todo
se puede hacer, pero con mucho tiempo a tu favor, si hay imprevistos y los hay,
sólo te queda una sola opción, correr y correr….el Ministerio tiene largos
pasillos y muchas escaleras para la buena práctica del deporte.
Al terminar sus
emotivas palabras, bromeo con mi amigo Namibiano sobre aspectos de su discurso,
le recuerdo entre risas y apretones de mano, el trabajo que me daba diferenciar
entre sus frases afirmativas y negativas. Para la mayoría de nosotros si una
propuesta, sobre cualquier tema, no es aceptada, la respuesta es muy concisa,
simplemente se dice, no.
Pero, una parte
de ellos, prefieren escucharte con educación, tal vez asientan con la cabeza,
pero si tienen otra opinión, te premiaran con el silencio y te dejaran
esperando por un proyecto irrealizable.
Mi amigo, entre
risas, me explica que le resulta muy descortés darte un rotundo, no y prefieren que
tú presupongas su respuesta y a la vez equilibres tus propuestas, conociendo de
antemano las fronteras de los campos de acción que no debes pasar.
Entiendo su lógica,
aunque me sigo quedando con nuestro
rotundo, no, como diría la abuela… al pan, pan y al vino, vino. Pero,
entender su sicología, es muy importante, ahorra tiempo y esfuerzo.
Y hablando de
ahorro, deseo, que los administradores de casa, guardianes celosos de los limitados
recursos gastables de oficina, teniendo en cuenta las numerosas gestiones
escritas que realizo aquí todos los días, no me recuerden, con la inevitable jocosidad
latina… ¡Zayas, acaba de bajarte de esa nube y aterriza en el aeropuerto de La Habana! Paradoja de realidades y
culturas laborales diferentes.
Ahora, cuando veo
a las amigas que se van, no puedo dejar de recordar, el impactante
y breve diálogo sostenido con ellas, hace apenas unas días atrás.
¨…Las
arquitectas Paula y Teresa me acompañan, ellas forman parte de la avanzada que dará,
por concluida la misión, la animación es contante, el diálogo
inevitable.
Teresa no deja
de mostrar su alegría por la partida. Paula dice que se marcha con alegría y
tristeza a la vez. Alegría por el
reencuentro, tristeza por los recuerdos vividos y las personas que dejará
atrás, pero confiesa que ya le era difícil soportar el sonido del silencio.
-¿El silencio
tiene un sonido, Paula?, le pregunto
- Si, el silencio tiene un sonido. Asiente
Y a continuación
afirma
-El silencio
tiene un sonido, aquí, es el sonido de la soledad.
- ¿Y en Cuba el
silencio no tiene igual sonido?, pregunto
Sonríe, parece
innecesario explicarlo, pero ante mi expresión de duda, dice
condescendiente
-Zayas, es
obvio! En Cuba, el sonido, es vida!!!…¨
Pocas veces pude
escuchar, en tan breve palabras y de forma tan natural, el amor infinito por
Cuba, ahora fue Paula, o tal vez yo me trastoque y en realidad lo dijo Teresa,
pero podría haberlo expresado Rosa, o todos los profesionales que me acompañan
en Namibia o cualquier persona agradecida de nuestro pueblo.
Los
profesionales, de la Construcción y del Instituto de Planificación Física, que
aún permanecen, en suelo namibiano, continuarán abonado, con nuestro trabajo
creador, al desarrollo económico y social de esta nación, que conquistó su libertad, con la
sangre de los combatientes africanos y cubanos, caídos en combate, en la búsqueda de un futuro mejor
para su pueblo.
A nuestras colegas,
que terminaron su misión, sólo podremos
desearles un Feliz regreso a Casa, con la seguridad que sentirán muchas satisfacciones,
por el deber cumplido, al amparo del dulce sonido de la Patria.