lunes, 6 de octubre de 2014

Sí, también es África

Una hermosa foto de un  amanecer que tiene como trasfondo el río Kavango en suelo namibiano provoco opiniones encontradas en usuarios de la Red. A una incansable amiga, la imagen le hace exclamar “… Cuanta Luz,  Madre África muestra sus bellezas” en el lado opuesto del escenario un colega expresa “…Esa luz es,  luz de penumbra, África sufre”
Por supuesto que ambos tienen razón, son caras opuestas de una misma realidad, con la salvedad que los aspectos negativos han sido resaltados hasta la saciedad distorsionando la imagen, del continente Negro,  hasta el punto de hacer perder el sentido de la objetividad incluso hasta en personas medianamente informadas.
La deuda historia aún está pendiente en la meta de elevar el desarrollo económico y social, asolada por el saqueo sistemático de sus recursos naturales.

Calamidades físicas y enfermedades,  parece reforzar esa visión, ahora con el Ébola, con su miles de enfermos y  fallecidos, amenazando convertirse en un nuevo escenario apocalíptico.
El horror ya está presente con otros muchos padecimientos como, el SIDA, la Tuberculosis, la Malaria… causante de decenas de millones de enfermos y varios millones de fallecidos  que curiosamente, vaya usted a saber por qué,  no tiene igual destaque en los medios informativos.
Así que el propósito de este texto no es hacer una apología sobre estas tierras desde  una visión elitista, si eso fuera posible, sino mucho más simple mostrar a través de imágenes las facetas menos divulgadas de esta nación, donde la gente, el paisaje, el mobiliario urbano,  la flora, la fauna...envían, sin proponérselo,  un mensaje, aún por revelar, sobre  estas tierras del Sur.
La vida transcurre con su carga de emociones diversas, ajena al “Infierno de Dante” que nos regalan las noticias,  como ocurre en cualquier lugar de La Habana, Río de Janeiro, Buenos Aires  o Madrid.
Apropiémonos  de esta mirada y juntémosla, en necesario balance, a las viejas verdades aceptadas, es el único camino para entender una realidad que está cubierta, necesariamente, por luces y sombras, como es la propia vida de la gente y las tierras donde habitan.

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