¿Dónde está esa masa empobrecida de la población cubana, en que cerca de un 80% estaba carente de todo derecho y oportunidad? y que sólo, por obra de la nueva y justa sociedad, se convirtió en un pueblo instruido, con títulos de: Maestros, Doctores, Ingenieros, Arquitectos, Licenciados, Profesionales del Arte y la Cultura o un destacado obrero, que también es un profesional, por su pericia laboral.
Hoy la economía cubana vive de sus servicios técnicos, antes, una parte importante de los ciudadanos, vivían de la actividad cañera, un duro y mal pagado trabajo, durante sólo una época del año.
¿Qué hacer? Si una exigua minoría se olvida de sus orígenes y exige disfrutar de un "estado de bienestar” acorde al nuevo status alcanzado, gracias, aunque lo borren de su memoria, al país que lo formó, del cual ahora reniega; en un nación bloqueada, por demás, que lucha cada día por sobrevivir.
Tal vez prefieren usar, “la máquina del tiempo”, y proyectarse al futuro, para pasar, de país subdesarrollado y asediado, a vivir de la prosperidad material, con su pobreza espiritual, de la primera potencia del planeta; con sólo vencer las 90 millas que los separan "del norte revuelto y brutal que nos desprecia”, como diría José Martí.
Favorecidos por leyes migratorias únicas en el mundo, que le dan una condición especial, a cualquier cubano, deseoso de abandonar el país, fundamentalmente si lo hace por la vía ilegal.
Sería bueno saber que pasaría con los miles de mejicanos, centroamericanos o países del tercer mundo, que desean emigrar, si se le dieran iguales prerrogativas que a los nuestros.
También se puede entender, que una parte, minoritaria de la población, se canse, ha sido cruel el bregar, la mayoría de la población cubana nació bajo el Bloqueo.
En la primera mitad de la década de los años 90, del siglo pasado, el pueblo Cubano vivió una de las pruebas más dura de nuestra historia, por la situación afrontada en casi 5 años de duro batallar, conocida como “Período Especial”.
Con la caída del campo Socialista, la economía sufrió un impacto, con la pérdida de la mayor parte de nuestro comercio Exterior y un brusco descenso del Producto Interno Bruto.
Son cifras frías, que no reflejan lo que significó para el ciudadano común. Son historias, aún por narrar, sólo cambiarían los escenarios y los hechos, que podrían relatar cada uno de los más de 10 millones de cubanos, que pasamos por esta dura y definitoria prueba.
En ese período, con las ciudades a oscuras, o como dicen los ocurrentes dominicanos, "con algunos alumbrones” que refleja mejor, las escasas horas de luz, de los cotidianos apagones eléctricos.
Con apenas transporte público, bajo la inusual niebla de los atardeceres, envolviendo a mi ciudad, Bayamo, que empezó a cocinar con leña y carbón, en muchos de sus hogares, a falta del necesario combustible.
Pagando a precio de oro los alimentos y cada uno de las cosas vitales y necesarias, para nuestra propia supervivencia, a pesar del esfuerzo del Estado, por proteger a los grupos vulnerables, en especial sus niños, ancianos y mujeres embarazadas, y a su población, con al menos, lo mínimo imprescindible para garantizar la existencia.
Con nuestras mujeres haciendo proezas en el hogar, creando, con una habilidad increíble, platos culinarios, carentes del aliño y el necesario sustento proteico, para estimular a sus hijos a consumirlos, en un desesperado esfuerzo por la supervivencia.
Privándose muchas veces de su propio alimento, para reforzar la alimentación de la familia, en esa batalla por la vida.
Recuerdo en esos días, a nuestras, en apariencia, frágiles mujeres, mantener la belleza femenina, aplicando los más variados consejos de la abuela. Sentir su risa con la ocurrencia de un hijo o sufrir con la nota baja, en la escuela, del otro.
A falta de transporte, subirse en una bicicleta para recorrer diariamente, en no pocos casos, más de 20 kilómetros, en viajes de ida y regreso, al trabajo o a la casa de estudio, y nuevo de vuelta al hogar, para enfrentando cada día con valentía los avatares de la crítica situación del país.
Resultaba triste comprobar, en los rostros de muchos compañeros y familiares, el efecto sombrío de la mala alimentación y la pérdida visible del peso corporal acostumbrado.
En un bloqueo más recrudecido que nunca, para dar el golpe definitivo a la Revolución herida.
Si hubiera duda del propósito del llamado "Embargo Comercial" bastaría releer las palabras pronunciada por el subsecretario de Estado, Lester D. Mallory en abril de 1960, y recordada por el canciller Cubano Bruno Rodríguez Parrilla en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Noviembre del 2012, y cito “provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria [...] debilitar la vida económica negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno".
En ese entorno de espera, resulta tragicómico oír una estación de Miami despertar a los cubanos, con un saludo mañanero, ridiculizando el escuálido aspecto de la población de la Isla.
Y pensar que algunos, de adentro o de afuera del país, se sienten con derecho de hablar de una nación que ha dado prueba de su fe y amor patrio. Donde los problemas domésticos o los que nos crean los que no aceptan la existencia de un territorio soberano, han forjado el espíritu de lucha del pueblo cubano.
Si creyera que me quedaba poco por ver, para formarme un criterio del mundo que me toco vivir, creo que los recuerdos pasados en un país europeo, en plena efervescencia contrarrevolucionaria, serían más que suficiente.
A esa experiencia le debo, haberme ilustrado mejor sobre los procesos políticos, sus errores y como estos conducen a la destrucción de la sociedad, que en este caso, ya estaba muerta, antes de nacer.
En el mes de enero de 1989, dejaba yo, más de 30 grados de calor, en mi ciudad de Bayamo, y partía, para Polonia, donde me esperaba, una temperatura gélida, de menos 10 grados bajo cero.
Pasaría, durante varios meses, un curso de Postgrado, de mi especialidad, en la Universidad Técnica de Szczecin.
Más que la adaptación al frio, al idioma o la cultura europea, lo difícil era asimilar el clima político que se respiraba en toda Polonia y en particular en la hermosa ciudad que me acogió, fronteriza con la vecina Alemania.
Las calles eran un hervidero de pasiones, manifestaciones en las calles, propaganda contra el gobierno, en muros y edificios de la cuidad, discusiones acaloradas, en cada esquina.
Estábamos viviendo el resultado del sistema político impuesto a los polacos, con la entrada de los taques soviéticos a su territorio, que se acrecentaba con la desvinculación existente entre las masas populares y sus autoridades locales.
Unido al gran esfuerzo de los servicios de inteligencia occidental, en particular el norteamericano, por erosionar el bloque Socialista, en su borde de avanzada.
Esta triste realidad me dio la oportunidad única, de ver los estertores ideológico y político de ese país.
En Polonia se ensayaron, en gran escala, muchas de las técnicas, como la creación de la disidencia, que luego se aplicarían una y otra vez contra los gobiernos progresistas, contrarios a los intereses de las grandes potencias dominantes.
Los líderes de entonces como, Lech Wałęsa, la agrupación política Solidaridad y la derecha Internacional, trabajaron unidos por poner fin al sistema Socialista imperante.
Como observador involuntario, pude constatar las grandes manifestaciones celebradas el 1 de Mayo del año de 1989, Día de los Trabajadores, los sindicalistas de Solidaridad se agrupaban en torno a las Iglesias, donde tenían guardadas la mayoría de sus pancartas, con las consignas en contra del gobierno.
Recuerdo una, en particular, decía algo así... “Estamos representados, con el Cero porciento en el Parlamento, pronto seremos el Cien Porciento", frase que se hizo en parte realidad.
Grabé, en la memoria, esta pancarta en particular porque durante muchos años se difundió la imagen de una Cuba dictatorial donde no existían elecciones, cuando fue imposible ocultar el hecho de su realización, entonces se insistió en invalidar este proceso aduciendo la manipulación que hace el gobierno de la misma, para probarlo, afirman que no existía una verdadera oposición política en el país.
Mi experiencia, de esos años vividos, es que, en un ambiente contrarrevolucionario, cualquier proceso electoral debe llevar a la toma del poder por la derecha política.
Les he explicado, muchas veces, a los amigos de otras partes, que igual proceso podría darse en Cuba, sino fuera porque la mayoría de nuestro pueblo apoya a su Revolución.
Las elecciones en Cuba se hacen desde la base, eligiendo los vecinos, en acto público, las candidaturas, que serán llevadas a votaciones secretas para la elección de sus representantes, los parlamentarios electos constituirán las Asambleas Municipales y estos, a su vez, seleccionan a los legislativos que formaran las Asambleas Provinciales, hasta llegar a la Asamblea Nacional, esta última, elige al Presidente del país.
Bastara, que los legislativos, elegidos desde la base, tuvieran ideas contrarias al Socialismo para que se repitiera el caso Polaco en Cuba.
Los que aducen la falta de democracia, en nuestro país, en el proceso electoral, parecen olvidar que muchos de los que pregonan esas consignas, relegan, que sus partidos políticos se alternan en el poder, durante muchas décadas, sin ofrecen ninguna alternativa política, como no sea, el apoyo resuelto al Capitalismo.
Esta experiencia, de la contrarrevolución en Polonia, parecía el arma perfecta contra los procesos de cambios que se venían dando en el mundo.
La derecha ha enriquecido su estrategia de lucha, no sólo continua empleando la violencia descarnada, sino que enfatiza, cada vez más, la lucha ideológica, como su arma principal.
Sus representantes, cuidadosamente elegidos, actúan con relativa impunidad en sus países de orígenes. Los medios mediáticos y la reacción se encargan de transformar la imagen del mercenario, en un luchador político.
A veces el dinero, es entregado directamente, a estos “buenos padre o madre de familias”, que en las condiciones de Cuba, resulta una fortuna, ante la imposibilidad económica del Estado de ofrecer salarios más elevados a sus trabajadores.
No se puede olvidar que cualquier gobierno condenaría a ciudadanos nativos, de recibir dinero de una nación extranjera, si su destino es promover el derrocamiento de un Estado legítimamente constituido.
Es una acción que está penado por la ley Internacional, pero la derecha política, apuesta al show mediático, si esa variante llegara a ocurrir.
Otras veces el apoyo material y financiero es más sutil, sus representantes se convierten, de la noche a la mañana, en famosos escritores o escritoras y reciben reconocimientos y premios en metálico, con importantes ofertas de trabajo, jugosamente remuneradas. Para hacer, su imagen política, más creíble y alejar la sombra, con la que inexorablemente lo identifica nuestro pueblo, de asalariados del Imperio.
La primera vez que tomé conciencia del problema del mercenarismo, como opción de trabajo, ocurrió mientras oía, por casualidad, la conversación de un ciudadano, el cual reflejaba su indignación, porque su jefe lo había amonestado, por un problema laboral.
Su reacción muy simple...”si me siguen atosigando en el trabajo, lo dejo, y me meto a contrarrevolucionario”...quedé estupefacto con esta expresión, que más que un matiz ideológico, parecía una alternativa laboral, aparte de las consideraciones morales que nos podemos formar sobre este sujeto, estaba claro, que en la mente del individuo, la contrarrevolución era otra opción de empleo más, y por cierto, mucho mejor remunerada.
¿Qué siente un cubano de la calle con la diatriba pronunciada contra la noble y abnegada mujer Cubana por la tarifada de turno del Imperio?
¿Por qué extrañarse del actuar de esta mercenaria?, que no vale la pena mencionar su nombre, basta decir que es una más de la triste lista de traidores a su pueblo.
Ella si aprovechó las oportunidades educacionales del Sistema, obteniendo un título Universitario, que por supuesto, nada le costó, para ahora renegar de los suyos, al amparo del dinero fácil que recibe, por esta infame labor.
Desde su posición en las "alturas", se cree con derecho, a la ofensa de la mujer Cubana, de las cuales una vez, ella, también formo parte, pero ya, nunca más será merecedora este honroso apelativo.
Pretende olvidar su deuda de gratitud, con el país que hoy ofende, ejerciendo el más triste de los papeles, trabajar para quien nos oprime, defendiendo ideas, que si salieran de su corazón y su mente, merecerían el respeto, pero no el apoyo, de su pueblo.
No por gusto, hace más de dos milenios, Jesús expulso a los mercaderes del templo.
Por eso, y a pesar de medio siglo de agresiones y bloqueo, el pueblo cubano apoya su proceso político, porque, por encima de coyunturas ideológicas, errores cometidos, enormes sacrificios padecidos y aún, el camino que nos queda por desandar, nos unen muchos años de luchas centenarias, más allá de nuestra historia reciente, que ha forjado el amor a nuestro suelo y a nuestra condición de cubano.
Por eso, para la inmensa mayoría de nuestro pueblo la palabra, Patria, se conoce de una forma cierta en su real significado, sin tener necesidad que nos los transmitan nuestros abnegados maestros.
Desde la insuperable definición de José Martí… “El amor, madre, a la Patria no es el amor ridículo a la tierra, ni a la yerba que pisan nuestras plantas; Es el odio invencible a quien la oprime, es el rencor eterno a quien la ataca”
Es tomar conciencia de lo que significaría perder nuestros logros sociales, obtenidos con la sangre de tantos jóvenes valientes.
Es reconocer nuestras virtudes en la preparación de nuestros profesionales, en la cultura de nuestra gente, en que, el conocimiento político y social, de este convulso mundo, que es tan importante aprender, para poder entender los procesos y acabar con la manipulación informativa, de aquellos que se creen los tanques pensantes del mundo, ante una humanidad que no ha tomado aún plena conciencia del proceso de manipulación mediática que se instaura a escala planetaria.
Es poder descubrir sus artimañas, predecir sus actuaciones, tomar las medidas para evitarlas, realizar la denuncia oportuna, aunque, algún que otro tonto, piense que alguien guía nuestras manos; como si cualquiera de nosotros no fuera obra de la revolución Educacional recibida, que hizo realidad la idea del Maestro de “ser culto para ser libre”.
Es sentir la seguridad de circular por sus calles y dormir tranquilo, a pesar de que nuestros hijos se divierten merecidamente, en las madrugadas, del fin de semana.
Es oír con aprehensión, las historias de nuestros amigos, en la distancia, con los sacrificios realizados y las frustraciones afrontadas en el intento de llevar la máxima educación posible a sus hijos o el costo que deben asumir cuando requieren de una atención sanitaria especializada.
Es tomar conciencia del verdadero significado de las palabras: corrupción, burocracia, interés, deshumanización; que en Cuba son palabras en el diccionario, del que sólo entendemos, créanmelos compatriotas, sólo un porciento de su verdadero contenido. Apesar de las muchas insatisfaciones que tenemos con estos males que es preciso erradicar de raíz.
Es extrañar “las cosas malas de Cuba”, las limitaciones económicas que impone nuestra realidad, que es para reír con amargura, cuando entendemos, que en otros escenarios, hay sectores mayoritarios de la población que han vivido, toda su vida, en un eterno “Periodo Especial”.
Disfrutar el carácter extrovertido de mi pueblo, su necesidad casi patológica de relacionarse y ser solidario, su contagioso y permanente optimismo. Es poder conocer, ¿por qué no? a los vecinos que viven en las cuatro casas que tiene mi calle en Windhoek, y del que sólo sé, el color de sus carros.
Es poder hablar con la gente del mercado, que sólo ven productos, no personas. Disfrutar el gentío en las calles.
Ver los niños en las plazas, los parques y de forma imprudente, en las calles…en fin, ver mi ciudad hacia fuera, demostrando su alegría y el deseo permanente de vivir.