Todos somos usuarios de las ciudades y cada día dejamos nuestra impronta con las acciones cotidianas, como unafirmación de gustos y valores.
En Cuba más de la mitad de la población es
urbana, ella constituye el motor principal del desarrollo, también
genera la contaminación principal de los territorios. Decia un destacado
especialista, ” las ciudades se concentra las principales
vulnerabilidades para el desarrollo de la pandemia, como lo evidencia
más del 90 % de los casos reportados”.
La masa verde debe crecer,
debía ser considerado delito talar un árbol y la pena a imponer,
sembrar 10 nuevas especies, garantizando su supervivencia.
Lograr un
aumento sustancial de los espacios públicos y una accesibilidad a los
servicio en el barrio, o en su entorno cercano, en un espacio de tiempo
próximo a los 15 minutos en recorridos peatonales o en bicicletas.
Logrando compactar funciones y dotar de multiuso, siempre que sea
posible, a la infraestructura existente, manteniendo el necesario
distanciamiento, más como diseño del espacio que como consigna.
Necesitamos
el verde, como contraste con las ciudades de asfalto, ¨minimizar la
isla de calor urbano” con la siembra masiva de árboles.
Pedimos, la
lógica de las ciudad del automóvil: talleres automotrices, servicentro,
buenas vías, parqueos… en su reverso, la ciudad de los peatones:
instalaciones de salud, servicios gastronómicos, corredores de
peatonales arborizados, parques, áreas de estar, asientos corridos en
los espacios libres…
Que, en los numerosos Planes de Contingencias
contra eventos hidrometeorologicos, sismos, desastres tecnológico,
biológicos, como la covid-19, se reimpulsen las atenuaciones contra la
elevación de la temperatura por causas del efecto invernadero, una
condición que soportamos nueve meses del año. Mucho se puede hacer y
poco se hace.
En la lucha contra la covid-19 el abanico de acciones
debe ser amplio y diverso, algunas son posible con solo medidas
organizativas, vinculadas a la distribución de productos, combinado el
universo de las instalaciones disponibles, borrando los estancos
comerciales, regulando los productos a través de formas probada de
distribución, movilizando a los actores de las comunidades, aprovechando
las potencialidades locales, en la producción de alimentos en
organopónicos, patios y parcelas sin necesidad de grandes
desplazamiento…
Si pienso en mi profesión de planificador urbano o
como arquitecto sé que está por implementar muchas acciones de la
arquitectura bioclimática, las regulaciones urbanas aún tienen muchos
aspectos por perfeccionar para mejorar el confort urbano: puntales,
colores, ancho de parterres, planes especiales de áreas verdes
actualizado y gestionado…
La Tarea Vida debe perfeccionarse
contantemente, enfatizando la solución o atenuación de acciones en las
ciudades. Necesitamos mejorar nuestra calidad de vida. Lograr el
necesario confort urbano está en nuestras manos!