Después de culminar algo más cuatro años de trabajo
fuera del país disfruto de mis primeros
nueve meses de estancia en mi tierra en
compañía de familiares y amigos.
Pienso en aún en las ideas que escribí en un artículo en el Blog bajo la
magia de la distancia en una de las fugaces vacaciones a Cuba, intitulado ¨El
Breve Espacio¨, tratando de reflejar las impresiones recibidas en la cambiante,
para bien, realidad cubana donde nuevos actores del panorama económico y social
se sumaban al escenario citadino, en una Cuba más abierta al mundo donde el
flujo de ir y venir de personas establecían nuevos paradigmas.
Presupongo que fuera de la Patria es
mucho más fácil descubrir nuestras
virtudes, los cubanos están dotados de privilegios que no están precisamente
insertados en el ADN al nacer y debo confesar que no son los
derechos sociales de los
compatriotas lo que más me
impresionan y ya es decir bastante, son por antonomasia, nuestros valores, que
conforman esa rara mezcla de atributos
que nos identifican como cubanos donde la solidaridad es unos de sus
principales pilares.
El contexto nativo se hace
multifacético para un neófito como yo
que sólo pretende reflejar las impresiones recibidas aprovechando que aún se
mantienen nítidas antes de ser absorbidas
y tal vez borradas por la cotidianidad, por eso es el momento de compartirlas,
quizás no tengan el valor de la noticia, pero puede llegar con interés aquellos
amigos que el tema cubano no les es ajeno.
De tantos aspectos por abordar,
además de lo dicho en el artículo pretérito,
fueron dos las cuestiones que a mi parece que se hacían muy visibles, lo
que no quiere decir que sean las más relevantes, en los comentarios de la gente y en mi propia
percepción, son los rigores del tiempo y
el desarrollo de Intenet, con sus luces
y sombras.
Como era de esperar mi reinserción en el medio laboral y en la cotidianidad del país fue inmediata, confieso que sólo el tiempo se me antojaba ajeno, no sé si estigmatizado por la benigna temperatura donde residía en Windhoek, la capital de Namibia y que es favorecida por su ubicación a más de 1 700 metros de altitud o será, tal vez, los años en el calendario que parecen hacer fallar cada vez más el ¨termostato interno¨ del cuerpo.
Como era de esperar mi reinserción en el medio laboral y en la cotidianidad del país fue inmediata, confieso que sólo el tiempo se me antojaba ajeno, no sé si estigmatizado por la benigna temperatura donde residía en Windhoek, la capital de Namibia y que es favorecida por su ubicación a más de 1 700 metros de altitud o será, tal vez, los años en el calendario que parecen hacer fallar cada vez más el ¨termostato interno¨ del cuerpo.
Otros lo achacan, no sin razón, a los cambios
climáticos en cierne, acompañados de fuertes lluvias o como pasa ahora, una prolonga sequía que viene acompañada por altas temperaturas.
Pienso en el clima namibiano donde la humedad
relativa es baja y la acción de traspirar no es de la más visible por eso en Cuba es imposible ignorar el sudor que
cubre los cuerpos y nos
compele a una demanda contante del vital líquido y a la búsqueda de espacios para
el ocio donde lo mismo
sirve un viaje a la playa, al río
o una ducha prolongada en el hogar.
Mientras
abanicos y equipos eléctricos son buscados con premura como pobres paliativos
que no brindan el confort necesario, a pesar de la elevada facturas del consumo
eléctrico que amenazan con desbordar la economía familiar.
Recuerdo recientemente haber leído en un diaria
que el presidente Barack Omaba acababa
de inscribir con fuerza el tema medio ambiental en su agenda política,
uno más que se suma a la causa de la
supervivencia de la raza humana, con una visita al territorio de Alaska, donde
recordó el posible cambio de la temperatura del planeta entre 3 y 6 grados celcio al finalizar el presente
siglo y me preguntaba si ya no era hora que otros actores, de las más
disímiles profesiones, se integren en la busca de soluciones concretas en su
campo de actuación más allá de limitarnos a oír o leer todos los días
preocupantes informes de los expertos en temas ambientales.
Sinceramente debo confesar que no hay que esperar una
centuria para padecer los cambios de la temperatura por venir. Un simple
vistazo al termómetro del cuarto de mi casa refleja, para mi asombro, una
temperatura de 40 grados celcio a pesar de los 35 grados anunciados para la localidad, las causas, es
curioso, están siendo favorecidas por nosotros mismos y para mi pesar mi noble
profesión de Arquitecto tiene deudas
pendientes por saldar en los temas medio ambientales desde el punto de
vista de la planificación urbana, el diseño de vivienda y la construcción.
Por otra parte, he visto algunos amigos en las redes
sociales o que seguían con asiduidad el Blog reprochándome cariñosamente mi
ausencia, lo cierto es que Internet es una asignatura pendiente que recién se
abre para la mayoría de los cubanos, las razones ya ustedes la conocen, las
mismas que nos han obligado a sobrevivir por más de medio siglo.
Ha habido un proceso paulatino de inserción en la red
de redes, ya existen en los hoteles,
universidades, en muchos centros laborales, en club de computación, en salas de
navegación, entre otras, pero lo que le ha dado un carácter masivo y
pintoresco es su extensión a lugares
públicos relevantes en las principales ciudades cubanas en espera de instalar
la infraestructura necesaria para su mayor extensión a los hogares.
Como urbanista sé que el estudio de los centros
históricos o comerciales ha estado dentro de las prioridades de los Planes Directores o Generales, como se le
suele decir, recuerdo que la mayoría de las acciones van encaminadas a
fortalecer sus actividades mercantiles y
recreativas y excluir aquellas que no son afines, pero nunca se nos
ocurrió que la extensión de Internet a
lugares públicos lograría una nueva e insólita animación en los centros
urbanos.
Es curioso ver a los jóvenes y no tan jóvenes copar los
más disimiles espacios para navegar con su celular, tableta, laptop…o familias
enteras establecer una inusual charla con un interlocutor invisible, donde
gestos, sonrisa, llanto o una frase muy cubana hace olvidar el espacio abierto
donde ocurre el diálogo, sí, es hermoso, pienso que también son necesidades
acumuladas que hoy empiezan a encontrar una respuesta.
Como cualquier parto nueve meses es suficiente para mí
para ver nacer una nueva Cuba, igual y a la vez diferente. Cada cual, de
acuerdo a su visión, léase nación o persona, hace su propio proyecto, a veces sin contar con nosotros o peor aúncon
la certeza que nos conocen bien, algunos apuestan al desgaste, a la frustración
de los sueños, a cambios estructurales,
a la ingenuidad política… lo que me recuerda haber visto en la red a algún
conocido comentar preocupado, ¿los cubanos adivinan lo que hay detrás del
telón?
Otros abogan por darle una oportunidad a la paz, a
pesar de todo, navegar, si es preciso, con el mar turbulento que se nos anuncia y superarnos
a nosotros mismos, fuera ya de la urna de cristal y expuesto al espacio exterior, consciente que la
soberanía tiene un precio por
saldar y hay que luchar por ella,
créanme, no hay alternativa.
(Texto e imagen gráfica,
José Alberto Zayas Pérez)