En una reunión
de trabajo en la embajada de Cuba en Namibia, la agenda es diversa, pero el tema principal que está en la mente
de los participantes es la despedida del embajador, Carlos Manuel Rojas Lago, quien culmina su
labor en esta tierra del sur Africano.
El
doctor Nodiel Sobrecueva hace un recuento de su exitosa trayectoria,
expresa criterios de su desempeño laboral y algunas características más
relevantes de su trabajo, pide opiniones, me mira interrogativo y no sé por qué
me dirige directamente una pegunta, tal vez sea la expresión de mis ojos, sobre si deseo expresar algún criterio al respecto, lo que me
sorprende y me hace responder con un rotundo no, para murmurar entre diente, que
yo si argumentaré, pero a la manera que
lo he hecho en los últimos tiempos...
En
realidad en ese momento yo estaba recordando cómo lo conocí. Hacía unas pocas
semanas me enteré en La Habana que había
sido seleccionado para venir al frente de un colectivo de más de dos docenas de
colaboradores de la Construcción y la Planificación Física, era mi primera misión
y debía lidiar con varios umbrales: el
idioma, el clima, el trabajo, un colectivo laboral diverso... recuerdo que recién
llegado fui citado a la Embajada con
urgencia, había asuntos que ventilar, procesos de trabajo que implementar...
Sentía,
en lo que expresaba el funcionario, toda
la carga de responsabilidad que asumía, las ideas del Embajador se encargan de
recalcar ese reto, sus palabras era directa, con ausencia de adjetivos innecesarios,
a pesar de su formación como periodista, muchas otras veces lo vi actuar de igual
manera cuando la situación lo a meritaba, parecía hacer economía de palabras y de
tiempo en aras de trasmitir los elementos sustantivos que desea que su
interlocutor identificara como esenciales.
Durante
su misión se estrecharon, aún más, las relaciones de trabajo que existen entre ambos
pueblos, en los diversos campos de la cooperación.
Logrando profundizar los vínculos de amistad con sus autoridades, namibianos que estudiaron en Cuba, residentes
cubanos o los colaboradores cubanos.
La
manera como lo logró, tal vez sin proponérselo explícitamente, fueron diversas, como los habituales juegos de Pelota, como integrante del equipo “Cuba”,
donde defendía el campo corto, que tenía como contrario a los entusiastas
namibianos que estudiaron en nuestro país.
La siempre
bien recibida “Cubanía” de cada fin de mes, donde el intercambio de ideas, el
baila, la comida cubana...unen a nativos, residentes cubanos y cooperantes en
una gran familia.
Los
esfuerzos por defender la verdad de la Revolución y sus nobles motivaciones, como la
lucha contra el Bloqueo y la causa por la liberación de los cubanos presos en
Estados Unidos, ocuparon una buena parte de su esfuerzo.
El
apadrinamiento de una escuela primaria con el nombre de Fidel Castro, donde los
colaboradores cubanos hacen su aporte voluntario de forma solidaria o su apoyo entusiasta
a las redes sociales para divulgar las verdades de nuestra país, en medio de las
campañas mediáticas contra nuestro pueblo.
En
el plano personal le debo haber
encausado adecuadamente mi deseo de
reflejar la vida de mi gente y de las realidades de nuestros pueblos, sin
interferencias innecesarias, consiente del compromiso que asumimos al
reflejamos nuestra realidad a través de
nuestro Blog, Espacio Físico & Construido.
Sobre
sus características personales lo expresó mejor un namibiano en sus palabras de
despedida al Embajador, habló de su sencillez y la falta de protocolo superfluo
que usaba con cubanos y visitantes, donde siempre estaba asequible o se podía
ver mezclado en los diferentes colectivos.
Ya
pronto a partir le deseamos unas merecidas vacaciones junto con la familia, Bianka y la pequeña Laude y el deseo que continúe con el mismo
entusiasmo en las nuevas responsabilidades por venir.