sábado, 11 de agosto de 2018

¿El color, un tema trivial?


En una conversación entre colegas surgió el tema del color y le expresé mi empeño en profundizar en el estudio de esta temática que de acuerdo a la errónea opinión de unos pocos es un tópico de contenido intrascendente.
Ya  lo había abordado, en un artículo anterior, desde una visión urbana-arquitectónica, donde enfatizaba su significado para el confort ambiental de nuestros hogares y el espacio donde desarrollamos nuestras principales actividades vinculadas a las acciones cotidianas que realizamos, como los colores con qué pinta­mos, enchapamos o cubrimos los pisos de casas, instalaciones pro­ductivas, de servicios o espacios pú­blicos, teniendo en cuenta que el uso de colores claros en el espacio construido disminuye la sensación térmica al reducir la capacidad de luz absorbida sobre las superficies edificadas.
Pensé que el tema estaba agotado, sólo para descubrir que había abordado una minúscula parte de su contenido, preocupado, y asombrado ahora, por una creciente moda en el  empleo de los colores oscuro en inmuebles particulares, instalaciones de servicio e instituciones estatales en nuestro ardiente trópico, reconociendo que pueden aportar sobriedad, elegancia, adecuado contraste, y hasta confort climático en climas fríos donde captar el calor es una necesidad,  muy por el contrario de las excesivas cargas calóricas recibidas en  nuestro permanente verano.
Esa es una de las razones por la que las regulaciones urbanas de los Planes Generales de Ordenamiento establecen el uso de colores claros en el espacio construido para minimizar los problemas vinculados a la elevación de la temperatura, y por lo visto está disposición está siendo vulnerado de manera creciente por muchas personas e instituciones estatales al extrapolar códigos de la moda que están ajenos a nuestra realidad climática.
El menosprecio a la norma, tal vez, se pueda explicar por la falta de información en un tema que sobrepasa nuestro conocimiento ordinario por estar vinculado con la propia historia del surgimiento de la tierra y la vida en nuestro planeta, la necesidad de entender aspectos vinculados con la física y los órganos de la visión y su capacidad de  poder captarla luz visible que puede ser percibida, la búsqueda de la pareja, en muchas especies del mundo animal, para la reproducción de las especies, la captura de presas para la alimentación, o en su reverso el enmascaramiento para su protección, en la lucha diaria  por la supervivencia, hasta el propio desarrollo de la vida social y productiva de la especie humana; todos estos aspectos, y muchos más,  tienen una alta incidencia en el origen,  la apreciación y uso del color en la vida diaria.
Como sabemos, la luz proveniente del sol inunda a nuestro planeta y está formada por un espectro de colores, una parte de ellos pueden ser percibidos por los órganos de la visión.
Para poder entender ese proceso de percepción visual del color  que se genera en el cerebro de los humanos y otros animales hay que saber que nosotros distinguimos las distintas longitudes de onda que se captan en  la parte visible de la luz. El  cuerpo iluminado absorbe una parte de las ondas electromagnéticas y refleja las restantes. Las ondas reflejadas son captadas por el ojo e interpretada en el cerebro como distintos colores según las longitudes de ondas correspondientes.
Los humanos tenemos visión tricromática, es decir, las células de nuestras retina son capaces de diferenciar entre el rojo, azul y verde, que constituyen los colores primarios, y permiten reproducir el resto de los colores como el cian (azul claro), amarillo y magenta. La suma de los tres colores primario da el blanco y su ausencia el negro.
Por esa razón orgánica podemos apreciar el azul del cielo y del mar al dispersarse las longitudes de onda al llegar a la tierra dándole esta coloración característica, que lo convierte en  el color predominante, junto con el verde.
El verde está asociado al surgimiento de la vida en la tierra cuando en sus océanos primitivos microorganismos conocido como cianobacterias empezaron a realizar la fotosíntesis utilizando  la luz solar, el aire y el agua del mar, liberando oxígeno, el cual se extendió facilitando la creación de la capa de  ozono y con ello la protección contra los rayos ultravioleta, permitiéndola vida en la tierra. Las plantas incrementaron la existencia del oxígeno en el planeta al realizar la fotosíntesis, donde absorbía las diferentes longitudes de ondas y reflejando otra a nuestros ojos, en este caso el verde, que es el color que percibimos como el que prevalece en la masa vegetal  de nuestro planeta.
El oxígeno liberado entró en contacto con otros elementos de nuestro entorno como  el hierro para dar lugar al óxido de hierro, que caracteriza al color rojo.
En la apreciación del color, la física de los elementos reconocido por los órganos de la visión  es una parte de su naturaleza, la otra está vinculada a aspectos más subjetivos vinculados a la propia valoración que se hace las personas de los significados del color basado en tradiciones culturales, características específica del entorno donde hábitat, estados de ánimo, y otros.
La luz, y sus inseparables compañeras, los colores,  a veces actúan, sin que nos percatemos de su omnipresencia, o por el contrario se percibe a plenitud  y se usan de forma consciente.
En las artes y el diseño el color tiene un campo fecundo. Las féminas tienen una facilidad que casi innata para escoger el color adecuado, para lucir más sensuales, atractiva, elegantes, frescas, quitando  o agregando peso a su cuerpo; el rojo, rosado, verde, negro o blanco parecen poder ayudarlas en ese propósito.
En el propio espacio donde se desarrolla la vida de los ciudadanos el uso de determinados colores constituyen códigos comúnmente aceptados que son capaces de influir en sus emociones en forma de mensajes reveladores o solapados que influyen en el estado de ánimo de las gentes, por eso es común el uso de colores que trasmiten sensaciones de tranquilidad, descanso, como el verde, el azul claro o colores neutros de amplio empleo en  los centros de salud. Las señaléticas del tránsito se apoyan en colores como el rojo, o el amarillo, por solo citar dos,  para las señales  de prohibición o preferencia. En los cementerios y funerarias predominan los colores neutros acorde a la formalidad y la idea de paz y descanso eterno. Es de amplio uso en la gastronomía, incitando al cliente al consumo, como el color naranja, y el diseño de marcas comerciales y productos que buscan llamar la atención y ofrecer una buena relación entre calidad y precio mediante el uso de colores que apelan a la emoción y asociación del usuario.
Muchos establecimientos comerciales con  altos puntales pinta la cubierta, sin falso techo, de color negro para dar una escala más humana al ¨acercar¨ la misma, enmascarando,  a la vista del cliente, las redes de infraestructura técnica y permitiendo realzar los productos y decorado del lugar.
Otras veces es el refranero popular el que otorga significado a los colores cuando expresan frases como estas, ¨lo ve todo color de rosa¨ o  ¨las cosas no se pueden ver en blanco y negro¨
En el diseño y la arquitectura el uso de la paleta de colores, con su carga de mensajes estéticos y de confort climático, es de amplio uso. Con marcada diferencia en su empleo de acuerdo a las condiciones del lugar, el país o la región del mundo donde esté ubicado.
Por eso en el trópico resulta ilógico sacrificar su colorido que ofrece  confort climático al  espacio edificado por los vaivenes de la moda del momento, en ese sentido el  conocimiento pleno sobre los atributos físicos  y emocionales del color, nos demuestra que para nada es un asunto trivial y su conocimiento  nos puede ayudar a desarrollar una vida social plena que permita vivir en espacios saludables para todos sus  ciudadanos.

(Texto e imagen gráfica, José Alberto Zayas Pérez . Fuentes consultada de Internet)

jueves, 12 de julio de 2018

Un Viaje

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*La contemplación de la franja costera queda rota por una señora que no deja de sonreír mientras se acerca al espacio donde me encuentro.
– ¿Le gusta la ciudad? – me pregunta con una inusual familiaridad.
Le confieso que es un sitio único. Mis palabras parecen iluminar su rostro.
– Se ve que usted entiende – me dice enigmática.
– ¿Está de paso? – La interrogo, curioso, tal vez, porque la había observado haciendo fotos con su celular.
– Vivo aquí hace muchos años, pero todos los días vuelvo al espigón a tomar nuevas instantáneas – me responde nostálgica.
– ¿Acaso, no son las mismas imágenes tomadas durante tantos años? – Se me escapa una interrogante desafortunada.
– ¡No!, cada día encuentro sutiles detalles diferentes que me hacen volver a este sitio de añoranza – Me expresa con énfasis, y cierto enojo a la vez.
Sus ojos azules me miran con desilusión, frunce el ceño, da media vuelta y se marcha sin despedirse. La veo desvanecerse en la neblina, que envuelve toda la ciudad, causada por la corriente fría de Benguela.
¿Qué sentimiento quedó inconcluso en esta señora que todos los días se repite a sí misma, tratando de fijar, tal vez, el vestigio de un recuerdo, y nada más?
En mi mente, la opresiva duda. ¿Acaso será una nueva Penélope?


*Primer Premio del Concurso de Cuentos Cortos, Vértice,  auspiciado por el periódico La Demajagua y la UNEAC.